El rostro de los católicos en Kazajistán es multiétnico, según el obispo español José Luis Mumbiela Sierra

El español José Luis Mumbiela Sierra, obispo de la diócesis de Santísima Trinidad en Almaty y presidente de la Conferencia Episcopal de Asia Central. EFE/ Cedida por José Luis Mumbiela Sierra // SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Astaná, 26 ago (EFE).- La comunidad católica en Kazajistán ha cambiado radicalmente en las últimas tres décadas de independencia de la república centroasiática y ahora está integrada por representantes de todas las etnias que habitan en esta región, comentó a EFE el obispo español José Luis Mumbiela Sierra.

«El rostro de la población católica de Kazajistán es multiétnico», afirmó Mumbiela, obispo de la diócesis de Santísima Trinidad en Almaty y presidente de la Conferencia Episcopal de Asia Central, a menos de un mes de celebrarse en Kazajistán el VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales.

Tres décadas de cambios desde la caída de la URSS

El religioso constató que en los últimos años la comunidad, cuya historia es anterior a la etapa soviética de Kazajistán (1920-1991), se ha visto ampliada con «muchas personas de tradición no católica e incluso no cristiana».

Si en la época soviética los católicos en Kazajistán se caracterizaban por la presencia de polacos, alemanes y bálticos deportados, en la actualidad «el rostro de los católicos en Asia Central y en concreto en Kazajistán ha cambiado mucho», dijo.

Por un lado, señaló, muchos alemanes y polacos han abandonado la región, y por el otro, debido «a las mezclas, porque el amor humano no conoce de religión, si es auténtico».

Y aunque el número de fieles se ha reducido -se estiman en casi 200.000 los católicos en Asia Central-, la evolución de la comunidad es «positiva», ya que esta es «más abierta, refleja mejor lo que es la Iglesia católica, que no pertenece a una o dos nacionalidades sino que es universal, es de todos y para todos», sostuvo.

Además, «desde la independencia de Kazajistán en 1991, la Iglesia católica ha tenido un desarrollo a nivel organizativo, con un incremento del número de parroquias y de organizaciones religiosas».

«Hemos ganado en organización, estamos más afianzados como estructura», destacó.

En particular destacó «las buenas relaciones con el Gobierno» kazajo, ya que «una iglesia viva que intenta ser activa» debe proyectarse «no solo para beneficio de los católicos, sino también en beneficio del país, de Kazajistán, para no ser una iglesia que únicamente piensa en sí misma» y que es «más capaz de aportar algo».

En ese sentido, señaló citando a Jesús, la comunidad católica kazaja busca «ser la luz del mundo como la levadura en la masa, como la sal, que da sabor a la sociedad aunque no sea mucha cantidad, pero que influye mucho y ayuda a todos».

Ucrania, una guerra fraticida  

Preguntado sobre el conflicto en Ucrania, señaló que «no es una guerra entre dos países, sino una guerra fratricida (…) una realidad muy triste como todas las guerras».

Aunque confesó no ser la persona más adecuada para enunciar las causas de este conflicto, estimó que se trata de «toda una historia de falta de unidad (…) una historia a veces provocada de odio, una historia en la que no se ha sabido convivir, perdonar y estar unidos, y fomentar la unidad más que la división».

«Lo que tenemos que hacer nosotros como católicos es siempre buscar lo que decía el papa Francisco: la unidad, la paz, el perdón, la reconciliación, la verdad», indicó.

Y es que, señaló, «en una guerra no vence nadie porque todos pierden, todos han perdido algo, han perdido vidas, han perdido amigos, han perdido familiares, han perdido relaciones, han perdido esperanzas, han perdido historia. Son muchas pérdidas».

Según el obispo, los católicos kazajos rezan por que «termine ya el drama de la guerra. Una guerra injusta y que no se puede justificar».

Kazajistán, centro de diálogo

En ese sentido destacó la actitud de Kazajistán, que se proyecta como «un centro de diálogo, de encuentro de culturas, como dijo el papa Francisco» cuando visitó Astaná.

Por ello, calificó de muy oportuna la iniciativa de celebrar el 17 y 18 de septiembre próximos el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, al señalar que este tipo de proyectos son «muy necesarios».

«Y esto favorece la paz. Kazajistán, el espíritu de Kazajistán, es parte de esa solución para el futuro. Crear estructuras de diálogo para beneficios de todos», aseveró.

En ese sentido, señaló que los católicos kazajos «somos pocos, pero podemos contribuir con algo importante».