El siluro se asienta en el Bajo Guadalquivir y amenaza Doñana

Un equipo científico de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) ha constado que el siluro, uno de los mayores peces de agua dulce que existen en el mundo, se está reproduciendo en el Bajo Guadalquivir poniendo en riesgo a los ecosistemas acuáticos de esta zona, incluyendo los Doñana.EFE/Sergio Bedmar (EBD-CSIC)//SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)//

Huelva, 21 may (EFE).- Un equipo científico de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) ha constado que el siluro, uno de los los mayores peces de agua dulce que existen en el mundo, se está reproduciendo en el Bajo Guadalquivir poniendo en riesgo a los ecosistemas acuáticos de esta zona, incluyendo los Doñana.

El siluro fue detectado en la cuenca del Guadalquivir en 2011, a partir de capturas de pescadores en el embalse de Iznájar, situado en el río Genil, a caballo entre Córdoba, Málaga y Granada, y en 2015, empezaron a capturarse en otro afluente del Guadalquivir, la Rivera de Huelva, en un punto tan lejano del embalse de Iznájar que los expertos aseguran que tuvo que haber sido introducido de manera independiente, ha informado la EBD-CSIC en un comunicado.

Ahora los investigadores, en el marco del proyecto CRAYMAP, han capturado tres individuos juveniles de siluro durante un muestreo de seguimiento en la Rivera de Huelva, lo que se demuestra que la especie no sólo se encuentra presente, sino que está asentada y reproduciéndose.

“Es un tramo muy interesante, por ser un ecosistema fluvial plenamente conectado con el mar, a pesar de estar a unos 120 kilómetros de la desembocadura del Guadalquivir. Tristemente, en España no quedan muchos lugares así”, ha explicado Miguel Clavero, investigador principal del proyecto.

Sobre los peces capturados, de poco más de 30 centímetros de longitud, ha indicado que “son animales nacidos el año pasado, lo que nos dice que la especie se reproduce en el tramo bajo de la Rivera de Huelva”.

El siluro es un depredador generalista, que puede consumir cualquier animal que quepa en su enorme boca, desde crustáceos a aves y desde peces a mamíferos: “La capacidad de este animal de modificar los ecosistemas que ocupa es enorme”, ha explicado.

Y ello “no solo por el gran tamaño de los individuos mayores, sino porque las poblaciones asentadas tienden a ser abundantes y contienen individuos con una diversidad de tallas espectacular, desde pocos centímetros a más de dos metros. En esta situación, casi ningún individuo de ninguna especie escapa al riesgo de depredación”.

 

     Impactos en la Rivera de Huelva y el futuro de Doñana

El tramo que la EBD-CSIC estudia en la Rivera de Huelva es único en la cuenca del Guadalquivir al ser ·el mejor de todos los que quedan disponibles para las especies migradoras de peces dentro de la cuenca”, ha señalado Miguel Clavero, destacando que alberga una densidad notablemente alta de anguila, una especie críticamente amenazada.

“Es especialmente importante que allí se encuentran muchas hembras grandes, de más de 70 centímetros de longitud, que son hoy muy escasas y a las que se le supone un papel importante en el ciclo de la especie, por tener mayor probabilidad de hacer el viaje a Los Sargazos y producir gran cantidad de huevos”.

Pero todas las anguilas, incluidas las de mayor tamaño, son susceptibles de ser consumidas por el siluro; el tramo también cuenta con presencia de lisas y es probable que lleguen robalos u en él se encuentran también camarones de río y hasta tres especies diferentes de náyades, o almejas de río, un grupo de animales muy amenazado.

“La presencia de una población estable de siluro en esta zona será una catástrofe para los enormes valores naturales que aún tiene y un obstáculo enorme para recuperar los que perdió”, ha asegurado.

Asimismo, ha alertado de que la expansión del siluro en el Bajo Guadalquivir amenaza con llevar la especie a Doñana máxime después de años muy lluviosos que aumentan la conexión de los ecosistemas acuáticos de Doñana con el Guadalquivir, facilitando la llegada de especies invasoras.

Así ocurrió con la llegada del pez gato negro detectado por primera vez en el Guadalquivir en 2007 y que apareció en Doñana en 2010: “Es más que probable que el proceso se repita con el siluro, por lo que es muy importante tener sistemas de detección temprana y preparar una respuesta rápida cuando aparezca. Si se deja pasar el tiempo, el problema será inabordable”, concluye Clavero.