Redacción Ciencia, 5 may (EFE).- El tipo de vida social y las amistades influyen en la salud, una premisa que vale también para los gorilas de montaña salvajes, según un nuevo estudio con datos de 164 ejemplares durante más de 20 años.
La investigación, que publica Plos y encabezada por la Universidad de Zúrich, ahonda en los beneficios y costes de la amistades, lo que podría explicar por qué algunos individuos son menos sociables.
Tener muchas relaciones sociales fuertes “suele ser muy bueno, pero a veces no lo es”, en palabras de la autora principal del artículo Morrison.
Los costes y beneficios variaban en función del tamaño de los grupos de gorilas, y diferían por sextos, según la investigación. Las hembras amistosas de los grupos pequeños no enfermaban muy a menudo, pero tenían menos crías; las de los grupos grandes enfermaban más pero tenían tasas de natalidad más altas.
Los machos, por su parte, si tenían vínculos sociales fuertes y estables tendían a enfermar más, pero tenían menos probabilidades de resultar heridos en peleas.
Los investigadores no saben a ciencia cierta por qué ocurre esto, pero parece que no se trata simplemente de que el contacto social conlleve un mayor riesgo de enfermedad.
Es posible, explicó Robinson, que los machos gasten más energía al tener vínculos sociales estrechos, ya que tienen que defender a las hembras y a las crías, y el estrés que esto supone puede reducir su función inmunitaria.
El estudio se centró en la fuerza de los vínculos sociales clave de cada gorila y su integración en el grupo, junto con un contexto más amplio como el tamaño de la comunidad, la estabilidad y los conflictos con otras.
Con estas fuerzas empujando en distintas direcciones, el tipo social óptimo dependerá del sexo, la edad, la descendencia y el grupo social más amplio del individuo, explicó Sam Ellis, de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y otros de los firmantes.
El estudio describe la historia de algunos gorilas, como Maggie, la hembra de mayor rango del grupo Bwenge y que era uno de sus miembros más agresivos, aunque también se apresuraba a prestar apoyo amistoso y actuaba como protectora, un papel que normalmente desempeñaban los machos.
Cuando el macho dominante murió inesperadamente, ella tomó el mando y guió al grupo hasta que se fusionó con otro vecino, en el que a ella le costó integrarse y decidió marcharse. Viajó sola durante un mes hasta que se perdió su rastro.
Titus, un gorila de montaña macho adulto de espalda plateada, perdió a su padre y a muchos otros miembros del grupo a manos de cazadores furtivos, y su madre murió cuando tenía cuatro años. Se convirtió en el macho dominante de su grupo a la temprana edad de 15 años.
Al ser excepcionalmente amable y tranquilo su estilo de liderazgo era inusual. Sus relaciones más estrechas eran con las hembras, para quienes su naturaleza amable le hacía muy atractivo y contribuyó a que fuera el macho dominante durante 20 años, hasta su muerte en 2009.