‘El último refugio’ de Virginia Woolf, Anna Ajmátova, Karen Blixen y Emilia Pardo Bazán

La escritora viguesa Isabel Parreño, que explora la relación entre escritura y espacio habitable a través de sus visitas a las casas de Virginia Woolf, Anna Ajmátova, Karen Blixen y Emilia Pardo Bazán en su nuevo libro, 'El último refugio', con el que trata de descubrir esa "habitación propia" o "espacio íntimo de creación" de las grandes autoras del siglo XX. EFE/EDITORIAL MENGUANTES***SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)***

José Carlos Rodríguez

Santiago de Compostela, 23 abr (EFE).- La escritora viguesa Isabel Parreño explora la relación entre escritura y espacio habitable a través de sus visitas a las casas de Virginia Woolf, Anna Ajmátova, Karen Blixen y Emilia Pardo Bazán en su nuevo libro, ‘El último refugio’, con el que trata de descubrir esa “habitación propia” o “espacio íntimo de creación” de las grandes autoras del siglo XX.

“Las casas son una extensión de las escritoras. Me resulta muy interesante ver cómo el espacio ha condicionado en muchos casos la literatura y viceversa”, asegura Parreño a EFE.

‘El último refugio’ (Ediciones Menguantes) llega coincidiendo con el Día del Libro para descubrir aspectos “personales e íntimos” de cuatro mujeres que rompieron con lo establecido y que “lucharon por ocupar un lugar en un mundo de hombres”.

Ese lugar o espacio, que muchas de ellas construyeron e hicieron propio, se observa a través de los ojos de Parreño en un libro que combina sus reflexiones personales con el ensayo, la biografía y el análisis literario, con el objetivo de establecer un vínculo emocional entre las escritoras y los espacios que habitaron.

Esa búsqueda, combinada con “cierto frikismo y algo de mitomanía” la han llevado a realizar en sus viajes un proceso “de ida y vuelta”. A veces es la literatura la que la lleva a lugares como Monk’s House, la casa estilo ‘cottage’ en Sussex (Inglaterra) en la que vivió Virginia Woolf, y otras veces, la visita a la casa Fontanka, la vivienda comunal soviética en la que vivió Anna Ajmátova, la llevan a la “desnudez” de los poemas que la autora rusa escribió.

“En cada habitación o en cada espacio he intentado acercarme a un aspecto de la vida de cada una de ellas. No hago una reconstrucción cronológica, sino que es el propio espacio el que me va marcando la manera de acercarme a la escritora”, asegura la autora.

Su libro contiene material visual, planos arquitectónicos, fotografías y curiosidades varias.

En la antigua Unión Soviética, Parreño escudriña entre los pocos objetos -pero “auténticos”- que se conservan de la casa de Anna Ajmátova, una escritora “que no tenía apenas nada, a veces ni lápiz para escribir” y que debía “memorizar” los versos.

También se pierde en el jardín inglés, en la vivienda que Virginia Woolf adquirió lejos de Londres -su peculiar refugio para sus crisis mentales- y que fue “extendiendo y reformando”.

De la granja de Karen Blixen en Dinamarca -lugar en el que nació y al que regresó para escribir tras sus “aventuras aristócratas en África”- la autora destaca su profunda “conexión con la naturaleza”.

Como gallega, dedica también Parreño en sus páginas un apartado a Doña Emilia y al Pazo de Meirás, esa fortaleza que ella misma ideó y con la que quiso dejar su legado “para la posteridad”.

“De todas ellas, Pardo Bazán es la única que quiso hacer una casa de artistas. La decoró con elementos de sus libros y obras de arte. Ella quiso hacerse un palacio acorde a su prestigio de condesa para recibir a todo tipo de personalidades”, cuenta Isabel Parreño.

Por eso es quizá más “doloroso” para la autora el “expolio” que sufrió el Pazo tras la Guerra Civil por parte del dictador Francisco Franco, una anomalía que a día de hoy perdura y que está pendiente de resolución en los tribunales, en una batalla por la propiedad y sus bienes entre el Estado y los nietos de Franco que no ha terminado.

Parreño lamenta las limitaciones en las visitas al Pazo -declarado Bien de Interés Cultural en 2008 y que desde 2020 pertenece al Estado- y para el que se augura un futuro incierto, entre los que quieren darle una finalidad centrada en la figura de la coruñesa y los que se decantan por un espacio destinado a la memoria histórica.

“Yo creo que es lo suficientemente grande como para dedicarlo a las dos cosas”, concluye la escritora gallega, que sin embargo avisa de que la Torre de Levante era el lugar en el que se encontraba el estudio donde escribía Pardo Bazán y, en definitiva, su “último refugio”.