Ginés Donaire
Jaén, 8 jul (EFE).- Poco días después de ser condenado a muerte, el poeta Miguel Hernández (1910-1942) entregó a su esposa, Josefina Manresa, el retrato que le hizo su amigo Antonio Buero Vallejo. Quería que lo recordara su hijo cuando saliera de la cárcel, un sueño que no fue posible porque el autor de ‘Viento del pueblo’ o ‘El rayo que no cesa’ murió en marzo de 1942 enfermo y abandonado en la prisión de Alicante.
“Es un retrato icónico donde sorprende la serenidad en el rostro de una persona que había sido condenada a muerte”, manifiesta a EFE José M. Liébana, director de la Fundación Legado Miguel Hernández de la Diputación de Jaén.
Ese dibujo es una de las joyas del legado hernandiano que la Diputación jiennense adquirió en 2013 a los descendientes del poeta alicantino y que ahora se custodia en sus dos sedes, el Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa de Quesada y el Instituto de Estudios Giennenses (IEG).
Se trata de un retrato de tres cuartos del poeta que le hizo Antonio Buero Vallejo (1916-2000), que fue su pintor de juventud. Ambos compartieron celda en la prisión Conde de Toreno de Madrid, aunque Miguel Hernández se lo entregó a Josefina Manresa poco antes de morir en la prisión de Alicante.
Es un retrato hecho en carboncillo de excelso refinamiento donde, mediante una gran variedad tonal y de sombras, se representa fielmente el rostro del poeta. “También sorprende la luminosidad del cuadro, procedente de la única ventana que había en la celda”, explica Liébana.
El dibujo contiene la dedicatoria: “Para Miguel Hernández, en recuerdo de nuestra amistad de la cárcel. Antonio Buero”.
Desde el Instituto de Estudios Giennenses (IEG) se ha digitalizado todo el legado hernandiano y se extreman las medidas de conservación. “En el retrato de Buero Vallejo hemos cambiado el cristal para que fuera antirreflejos y que los rayos ultravioletas no le afectaran y también hemos introducido un nuevo paspartú”, señala la restauradora Ana Real.
La Diputación de Jaén pagó en 2013 tres millones de euros por los más de 5.600 registros, entre manuscritos, poemas y otros documentos, del poeta de Orihuela, un legado que estaba abandonado en la caja fuerte de un banco de Elche.
“La adquisición del Legado de Miguel Hernández fue, sin lugar a dudas, un gran acierto y un gran éxito”, destaca el presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes, para quien los valores que representa “el poeta del pueblo y de la solidaridad” mantienen hoy la misma vigencia.
Sostiene Reyes que la obra hernandiana “ha permitido sumar a la oferta turística un argumento de extraordinaria importancia para visitar la provincia de Jaén”.
Desde el punto de vista expositivo el principal reclamo cultural se encuentra en el Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa de Quesada, que comparte edificio con el museo del pintor quesadeño Rafael Zabaleta.
La otra pata del legado está en Jaén, en el Instituto de Estudios Giennense ubicado en el Antiguo Hospital San Juan de Dios y en el centro cultural Baños Árabes, el más visitado de la provincia jienense.
Precisamente, este espacio expositivo acaba de recibir la donación del cuadro ‘Alegoría de Rafael Zabaleta y Miguel Hernández’, que ha realizado el pintor Juan Molino.
Un óleo sobre lienzo de 146×97 centímetros en el que se representa al artista quesadeño en su estudio pintando al poeta alicantino en uno de sus momentos emblemáticos, cuando declama su poesía en público desde los peldaños de una escalera de mano.