El viaje de Gilzan a Lanzarote: sin piernas desde niña pero pensando en ayudar a su madre

La última patera rescatada en Canarias, la neumática socorrida este martes a 40 kilómetros de Lanzarote, incluía entre sus 38 ocupantes a una mujer sin piernas, un grado de discapacidad nunca visto hasta la fecha entre las personas que arriesgan la vida en la Ruta Canaria. EFE/ Adriel Perdomo

Saúl García

Arrecife (Lanzarote), 1 ago (EFE).- De las 40 personas que viajaban en la última patera que llegó el pasado martes al puerto de Arrecife (Lanzarote), era imposible que una de ella pasara desapercibida. A Gilzan, marroquí de 39 años, la tuvo que ayudar un voluntario de Cruz Roja a bajar de la Salvamar Al Nair, mientras otro la esperaba en el muelle con una silla de ruedas.

Sin piernas desde niña, Gilzan desembarcó en Lanzarote con una sonrisa apreciable desde la distancia y enfundada en un anorak azul oscuro con capucha incluida. «Estaba loca de contenta», señala a EFE una persona que la atendió. «En la patera, todos estaban muy pendientes de ella», añade.

Tres de las 40 personas que llegaron en la patera tuvieron que ser trasladadas al Hospital José Molina Orosa para recibir atención médica, pero Gilzan no. La Cruz Roja le proporcionó una silla y se la trasladó al centro de acogida que gestiona en Lanzarote la ONG Accem, que prevé trasladarla en los próximos días a otro lugar.

Su neumática partió desde Agadir (Marruecos) el domingo 27 de julio y la travesía duró tres días, hasta que la Salvamar rescató a sus tripulantes y los llevó hasta Arrecife.

No ha trascendido cómo hizo Gilzan el recorrido de 460 kilómetros que separan Casablanca, donde vivía con su madre, de Agadir. Tampoco ha contado dónde dejó la silla de ruedas con las que se movía en su país.

Lo que sí ha contado a varias personas con las que ha hablado durante estos días es que sobrevivía gracias a la solidaridad de sus vecinos y que decidió embarcarse en la patera, junto a una prima que la acompaña en todo momento, ante la falta de ayudas de otro tipo en su país, pero con la idea fija de ayudar desde España a su madre.

Gilzan perdió las piernas en un accidente de tráfico en un autobús, con solo cuatro años. Su prima le sirve de apoyo, aunque las fuentes aseguran que se desenvuelve perfectamente y que se trata de una persona muy autónoma.

Junto a ella llegaron a la capital lanzaroteña otras 39 personas: 31 hombres, 25 de ellos magrebíes y seis subsaharianos, y nueve mujeres, entre ellas ocho magrebíes. Seis de los integrantes de la patera son menores: cuatro chicos y dos chicas.

Un veterano de la asistencia a los inmigrantes en Canarias, que lleva más de 20 años coordinando equipos en los puertos, confesaba a EFE que no recuerda nada igual.

Sí han tenido casos de personas ciegas, con discapacidades varias, algún hombre con una pierna apuntada e incluso una persona que viajaba en silla de ruedas dentro de la patera con la que llegó a Gran Canaria. Pero nunca una escena como la protagonizada por Gilzan.