Ciudad de Panamá, 16 ago (EFE).- La poeta gallega Yolanda Castaño, premio Nacional de Poesía 2023, transformó una crisis financiera personal en un viaje poético a las profundidades del «turbocapitalismo, cada vez más feroz, cada vez más voraz», y lo que eso implica cuando se intenta vivir de la literatura, aunque también llama a no desistir, porque la calma económica puede llegar de la forma más inesperada.
Castaño (Santiago de Compostela, 1977), que viajó esta semana a Panamá para el anuncio oficial de la ganadora de una beca que asistirá en octubre a su residencia literaria en A Coruña, trasladó a su poemario en lengua gallega ‘A falsa autónoma’ (2025) parte de la crítica sobre las dificultades de vivir de la poesía que recogía ya su ensayo previo ‘Economía e poesía: Rimas internas’ (2024).
«Hay una transcodificación de contenidos semejantes, (pero) es muy diferente el tono, el tipo de aproximación, el tipo de mirada», explicó a EFE Castaño, porque además «la poesía suele llevar esos contenidos al ámbito de lo emocional, a la vivencia personal», una obra en la que se han visto reflejados, según le han contado, muchos autónomos de la cultura, no solo escritores, sino también periodistas o traductores, entre otros.
Así, «creo que ‘A falsa autónoma’ es mi libro más político, más social, un libro duro como reflejo precisamente del sistema que creo que estamos viviendo, ese turbocapitalismo cada vez más feroz, cada vez más voraz y que deja por el camino muchos estragos: estragos emocionales, estragos en los cuerpos, en los tiempos, en las vidas que van perdiendo calidad, porque como ya ha sido analizado, somos una generación que vive peor que nuestros padres».
«¿Qué progresión lleva eso? Es una progresión que me asusta, y ese miedo también aparece en el libro», afirma.
Castaño advierte además que «no es todo de color de rosa, ni mucho menos», vivir de un oficio creativo como la poesía, porque dedicarse a algo que uno ama «no puede compensarlo todo, no puede compensar las horas multiplicadas, la falta de tiempo libre, la falta de vida personal (…) donde no hay una frontera muy grande entre trabajo y vida», por lo que «hay que enfrentarse a muchas luchas relacionadas también con que se dignifique».
‘Soñé con cien mil euros’
El libro abre precisamente con el poema ‘Soñei con cen mil euros’ (‘Soñé con cien mil euros’), con el que se viene a decir, según la poeta, «que parece que la única manera de poder despreocuparse del dinero, no vivir preocupados y angustiados por el dinero, es tenerlo (…) Esa seguridad, ese colchón sería el que desdibujaría la estampa hasta el punto de no tenerla tan presente, tan acuciante y tan severa».
Porque en el otro extremo, y aunque Castaño trata de evitar que se interprete su obra «como una traducción de la vida real», se expone «cómo las dificultades económicas pueden afectarnos emocionalmente, incluso más de lo que estamos dispuestos a admitir», una situación que se ve reflejada en versos como este:
‘Trescentos euros na conta para encarar unha pandemia// (…) se aguanto sen berrar, se me erosiono, / se reduzo a noventa euros a inxesta mensual, se repto’ (‘Trescientos euros en la cuenta para encarar una pandemia// (…) si aguanto sin chillar, si me erosiono, / si reduzco a noventa euros la ingesta mensual, si repto’).
Castaño insiste que lo que quería con estos poemas era «hablar de dinero, de deuda, de trabajo, de sistema capitalista, pero lo que tenía claro era que no quería hacerlo desde un estilo realista o social realista como tal, sino lograr llegar a un estilo un poco más trascendente», una rotundidad que se logra partiendo «de esa realidad, de esa verdad» que puede aludir a todos.
También explora poéticamente un tumor como metáfora sobre la asfixia económica, «algo que va como carcomiendo, que va creciendo y es esa bancarrota, ese desfalco, esa ruina de repente que cambia las tornas y que lo infecta todo, que te coloca en una posición muy vulnerable».
«Eso es algo que descubrí, que muchas veces la necesidad y esa deuda te colocan en una situación vulnerable muy peligrosa a diferentes niveles y a varios también emocionales», asegura.
‘Antes muerta (que mantenida)’
Y a pesar de las necesidades económicas que uno pueda atravesar, ‘Antes morta (ca mantida)’ (‘Antes muerta (que mantenida)’), como titula rotundo uno de sus poemas, porque, explica Castaño, así como «en otros territorios o en otras épocas, ciertas mujeres quizás aspiraron a casarse bien y ser mantenidas por sus cónyuges, en mi generación también ha existido lo contrario, que es la fobia a ser una mantenida».
«En esta cuestión de ser perfectamente autónomas, el título también hace un guiño sarcástico a esa falsa autonomía, porque todos nos sentimos de la mano del dinero, nos sentimos autónomos, aunque en realidad somos más esclavos que nunca precisamente de él», relata.
Pero como si se tratara del karma o de un giro inesperado de los acontecimientos, dice la poeta, «después de épocas tan duras como la que dio a luz a este poemario, las cosas se dieron la vuelta, mejoraron sustancialmente».
«Parte de ello -continúa- también fue el inesperado giro de guion que me dio el Premio Nacional de Poesía, todo el trabajo que eso me trajo, porque claro, al final el auténtico premio es acceso a más y mejor trabajo. Y gracias a todo eso pues nos hemos recuperado tan bien que hoy en día, no solo no puedo quejarme, sino que además mi propio proyecto de la Residencia Literaria 1863 es una realidad que está funcionando fantásticamente bien, que está llena, en lista de espera».
Moncho Torres
