Sahnaya (Siria), 1 may (EFE).- Vehículos calcinados a orillas de las carreteras, agujeros dejados por el impacto de las balas en las paredes de las casas y los cristales que se esparcen por las callejuelas de Sahnaya atestiguan este jueves el grave estallido de violencia vivido la víspera en esta localidad a las afueras de Damasco.
“Espero que no vuelva a ocurrir nunca lo que ocurrió la noche anterior, no pudimos dormir”, murmura una vecina a otra en uno de los barrios afectados por los enfrentamientos armados que estallaron el martes por la noche entre facciones locales y las fuerzas de la Seguridad General siria.
“La gente ya empezó a descansar un poco, ojalá se asiente la seguridad”, responde la otra vecina, mientras algunas panaderías y comercios comienzan a abrir sus puertas en una localidad que va recuperando un atisbo de normalidad en medio de la peste a humo que aún impregna el ambiente.
Un día para olvidar

Drusos, cristianos y musulmanes conviven en Sahnaya, un suburbio que desde la noche del martes hasta última hora de ayer fue escenario de combates después de que una patrulla de la Seguridad General impidiera a un grupo de hombres armados drusos dirigirse a la ciudad de Jaramana, donde se registraban tensiones similares.
Según el director de Relaciones Públicas del Ministerio de Información, Ali al Rifai, el grupo se negó a parar y disparó contra el puesto de control, lo que causó heridas a tres efectivos.
Los atacantes lanzaron inicialmente un asalto con ametralladoras y lanzagranadas contra varias posiciones de la Seguridad General, que envió refuerzos a la zona y posteriormente fue objetivo de nuevos ataques de francotiradores desde edificios cercanos.
La situación derivó en casi 24 horas de intensos choques, hasta que las fuerzas sirias impusieron finalmente su control sobre la localidad en la tarde del miércoles. Hoy, las tropas estatales están presentes en las calles de Sahnaya en grandes números en medio de una calma relativa.
Fayez Salame, uno de los jeques drusos de la ciudad, destaca cómo este jueves ya están disponibles para los ciudadanos el pan y el transporte, y cómo la población comienza a sentir “algo de estabilidad”.
“Cuando llegó la Seguridad General sentimos alivio, porque sabemos que son nuestra familia y quieren protegernos. Antes de su llegada estábamos algo temerosos, pero ahora estamos tranquilos”, afirmó el dignatario en declaraciones a EFE.
“Si hubiese habido un entendimiento antes, no se hubiera desatado el choque. Esperemos que se restablezca la confianza entre la gente y el Estado, y que la seguridad se mantenga estable”, zanjó, lanzando un llamamiento a la unidad.
Incertidumbre

Sahnaya es un ejemplo de la fragilidad de los equilibrios en algunas zonas de Siria, donde las armas se cruzan con las comunidades religiosas y la política mientras la petición general de todos los bandos es siempre la seguridad y la estabilidad.
Pese al intenso despliegue de la Seguridad General en las principales intersecciones, algunas familias están indecisas sobre si regresar a sus hogares. Otras creen que la estabilidad actual aún es frágil y que la situación requiere un acercamiento más profundo a los motivos que llevaron a algunos llevar las armas.
Y es que el estallido de violencia dejó 16 bajas confirmadas por las autoridades en las filas de la Seguridad General, mientras que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó de un total de 34 fallecidos de ambos bandos en esta zona.
Los incidentes se enmarcaron en una oleada de violencia más amplia en varias zonas pobladas por la minoría drusa, tras la difusión de una grabación falsamente atribuida a un líder de esa comunidad insultando al profeta Mahoma.
Un vecino de unos 40 años que pidió no ser identificado por motivos de seguridad reconoce que algunos de los “jóvenes se equivocaron”, en referencia a los participantes que se enfrentaron a las fuerzas estatales, pero defiende que no son “criminales”.
Por ello, mientras tienen lugar operaciones para la confiscación de armas y la búsqueda de culpables, el hombre argumenta que la solución a una situación como la ocurrida debe pasar también por el diálogo y “no solo el uso de la fuerza”.
“Lo que ocurrió fue extremadamente violento, no se puede justificar la irrupción en una ciudad de esta forma. Los drusos tienen derecho a llevar armas para protegerse por la falta de confianza en algunas entidades”, concluyó Jamal.
Yahya Nehme