Sara Corsellas
Barcelona, 28 abr (EFE).- El director israelí Eran Riklis rinde homenaje a la “resistencia silenciosa” de la cultura y la creatividad frente a la opresión en su última película, ‘Leer Lolita en Teherán’, basada en la novela autobiográfica de la escritora iraní Azar Nafisi, publicada en 2003.
Ambientada en el Irán de los años 80, en plena consolidación del régimen islámico tras la revolución, la historia sigue a una profesora que, desafiando la censura y el control social, reúne clandestinamente a siete de sus alumnas para leer y debatir clásicos occidentales prohibidos como ‘Lolita’, ‘El gran Gatsby’ o las obras de Jane Austen.
“Me atrajo la idea de mostrar a individuos que luchan por mantener su identidad y su libertad interior en medio de una represión asfixiante”, explica Riklis en una entrevista con EFE.
La película forma parte de la Sección Oficial a Competición del BCN Film Fest, después de participar en el Festival de Tallin Black Nights y en el Festival de Roma, donde obtuvo el Premio del Público y el Premio Especial del Jurado.
Tras su estreno español en el BCN Film Fest, debutará en cines el 6 de junio de la mano de Asdo Films.
Para el director, conocido por su interés en los conflictos individuales dentro de contextos políticos complejos y autor de filmes como ‘La novia siria’ o ‘Los limoneros’, esta historia ofrece una metáfora de cualquier sociedad en conflicto: “Nuestra vida es siempre individual, pero no podemos escapar de lo que ocurre en nuestro entorno”.
“Lo que pasa fuera de nuestra ventana, de nuestra ciudad, de nuestro país, nos afecta”, asegura Riklis.
Así, consciente de la importancia de la autenticidad, el director dedicó dos años a seleccionar personalmente al elenco, compuesto íntegramente por actrices de origen iraní, muchas de ellas exiliadas: Golshifteh Farahani, Mina Khosrovani, Zahra Amir Ebrahimi, Raha Rahbari, Lara Wolf y Bahar Beihaghi, entre otras.
“Tenemos suficientes actores auténticos que pueden interpretar a su propia gente”, afirma Riklis: “Cuando una actriz, como la que recibe latigazos en la película, ha pasado por esa experiencia en su vida real, la comunicación es mucho más fácil y, por supuesto, más auténtica”.
El director destaca además el protagonismo de las mujeres en su relato: “Las mujeres son las verdaderas luchadoras. Los hombres están en un segundo plano, pero tampoco quise mostrarlos como monstruos: todos son víctimas de alguna manera”.
“Fiel de corazón”

Aunque reconoce que su filme es “fiel de corazón” al espíritu del libro, el director admite que no siguió de manera literal cada página: “Leí el libro hace muchos años, luego una vez más dos años antes de rodar, y después lo olvidé porque tenía el guion”.
Para el cineasta, ‘Leer Lolita en Teherán’ no es solo una historia del pasado, pues asegura que, aunque la película transcurre en los años 80 en Irán, “aplica prácticamente a cualquier lugar del mundo hoy”: “Cada país tiene religión, políticos y tensiones entre grupos de personas”.
Riklis, además, rechaza explícitamente el cine con mensaje doctrinario: “No me gusta decir: tengo un mensaje para ti y quiero que me escuches. Yo muestro una situación, una historia, y tú decides qué quieres aprender de ella”.
Censura y literatura
El filme también aborda la censura, algo que el director ve como una “amenaza global”: “Siempre pensamos en América como una gran democracia, pero a la vez se retiran algunos libros de las escuelas”.
“La lucha entre la libertad del pensamiento y aquellos que creen que la libertad es peligrosa es, para mí, la gran amenaza, porque lleva a la dictadura”, advierte.
La película subraya además el papel de la literatura y la creatividad como formas de resistencia.
“Todo lo creativo representa creatividad, y la creatividad es peligrosa para el régimen. No quieren que seas creativo, quieren que sigas las reglas”, explica Riklis.
Sobre el poder simbólico de los clásicos occidentales en contextos represivos, Riklis afirma que los libros que generan debate “siempre son relevantes”, y recuerda que se vuelve a Shakespeare o a las tragedias griegas porque “hay verdades que existen a través de toda la historia”.
Preguntado sobre si su historia puede resonar también fuera del mundo islámico, Riklis cree que el solo hecho de mostrar la película ya puede ser un acto de reivindicación, pues asegura que el filme puede ser un “disparador de discusiones” en cualquier país problemático en términos de libertad”.
Riklis define el filme como un tributo a todas las mujeres que luchan por encontrar su voz: “Si tuviera que dedicar la película a alguien, sería a todas las mujeres del mundo que quieren ser escuchadas y rehuyen del miedo”, concluye.
‘Leer Lolita en Teherán’ no solo rescata una historia de resistencia silenciosa en tiempos oscuros, sino que también invita al espectador contemporáneo a reflexionar sobre las amenazas a la libertad y el papel de la cultura como faro frente a cualquier forma de opresión.
Para Eran Riklis, el cine y la literatura tienen el poder de provocar cambios, y asegura que si después de ver la película alguien piensa de forma diferente, aunque sea solo un poco, “ya es un éxito”.