Madrid, 11 jun (EFE).- Cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, asiste ahora a las reuniones del Consejo Europeo, apenas un par del resto de líderes que se sientan junto a él forman parte de partidos que en la Eurocámara están integrados en el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas.
Así llega España al cuarenta aniversario de la firma que supuso su adhesión a las instituciones europeas, como uno de los pocos países con un gobierno socialista y con un jefe del Ejecutivo que ya es de los más veteranos entre los Veintisiete.
Felipe González rubricó el 12 de junio de 1985 el tratado que abrió las puertas de la Europa comunitaria con efecto desde el 1 de enero siguiente, y en la mesa de los líderes se sentaban dirigentes socialistas como el francés François Mitterrand, el italiano Bettino Craxi o el griego Andreas Papandréu. Eran diez en aquel momento los países que formaban lo que entonces se denominaban las Comunidades Europeas (doce al sumarse España y Portugal), y en el camino recorrido hasta los 27 socios actuales ha habido ciclos en los que se ha alternado la presencia predominante de primeros ministros pertenecientes a familias políticas distintas. Hoy, después de que fuera relevado en la cancillería alemana Olaf Scholz, Sánchez comparte la familia socialista con otros dos dirigentes más, la danesa Mette Frederiksen y el maltés Robert Abela. Más protagonismo Y tras siete años de mandato, es el cuarto que lleva más tiempo asistiendo a las reuniones del Consejo, sólo superado por el francés Emmanuel Macron, el húngaro Viktor Orbán y el croata Andrej Plenkovic. Esas circunstancias, según el Gobierno, contribuyen a un papel más protagonista de España en la escena europea en un momento que se considera decisivo ante la situación geopolítica internacional y en el que la UE intenta reforzar su autonomía y fortalecer su presencia en el mundo. Fuentes del Ejecutivo aseguran a EFE que es evidente la creciente relevancia de España en la toma de decisiones en medio de esta tesitura y destacan el respeto que se ha ganado en ámbitos como el económico o la política internacional. En el primero de los casos por situarse a la cabeza del crecimiento económico, y en el segundo por abanderar decisiones como el reconocimiento de Palestina como Estado y la presión a Israel para que cese sus ataques en Gaza y permita la entrada de ayuda humanitaria. «España ha cambiado mucho. Hemos disfrutado de la mayor transformación social y económica de la historia contemporánea y hemos vivido el periodo de mayor estabilidad y progreso de nuestro país», es el resumen que, ante la celebración de las cuatro décadas de la adhesión, hizo la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, tras la última reunión del Consejo de Ministros. Como ejemplo más reciente de lo que ha supuesto la UE para España se recuerda de forma recurrente la colaboración de los Veintisiete para hacer frente a la pandemia de coronavirus, que golpeó especialmente al país. Mucho por hacer Una colaboración que el Gobierno pone como ejemplo de actuación ante los desafíos que tiene por delante la UE, como los que se derivan de las tensiones arancelarias por la política del presidente estadounidense, Donald Trump, y de la continuación de la guerra en Ucrania, que ha conllevado el debate en la UE y en la OTAN sobre la necesidad de aumentar el gasto en defensa. Pese a los avances, queda mucho por hacer, y una de las asignaturas pendientes es aumentar las interconexiones energéticas, asunto que España está volviendo a poner sobre la mesa para que se aborde de forma prioritaria tras el apagón sufrido por la Península el 28 de abril. Resolver los problemas de los ciudadanos es lo que el Gobierno entiende que puede contribuir más al europeísmo y a hacer frente al ascenso de formaciones populistas y ultraderechistas que considera que son un verdadero peligro para el futuro de la UE. La receta que Sánchez cree adecuada pare ello es el impulso de políticas progresistas pese a que se encuentre en minoría en el Consejo, y eso es lo que el Gobierno asegura que va seguir haciendo aunque su familia política sea minoría en Bruselas. En consonancia con esa determinación, frente a quienes postulan relajar los objetivos climáticos, o incluso retroceder en ellos, responde que hay que mantenerlos porque es más necesario que nunca, y confía en la labor que puede desarrollar quien fue su vicepresidenta y ahora lo es de la Comisión Europea y responsable de Transición Limpia, Justa y Competitiva, Teresa Ribera. Ese ámbito, el de la lucha contra el cambio climático, es otro reto que cuarenta años después de firmar su adhesión a la UE, España quiere liderar.