Bruselas, 18 sep (EFE).- La vicepresidenta española Sara Aagesen abogó hoy por que la Unión Europea «mande un mensaje de compromiso» a la comunidad internacional y actualice sus planes de descarbonización antes de la cumbre del clima que se celebrará en Brasil a finales de noviembre.

«Esperamos conseguir (…) una declaración que sea ambiciosa, que pueda ser utilizada durante la próxima semana por nuestros líderes en Nueva York. Pero, por supuesto, el objetivo es (…) que tanto la ley (de clima) como la contribución nacional determinada (NDC) estén aprobados antes de la próxima COP de Belén», dijo Aagesen a su llegada a un consejo de ministros de Medioambiente de la UE.

La también ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico se refería así a los planes de reducción de emisiones de CO2 de la UE para 2035 y 2040, que el bloque comunitario aún no ha conseguido fijar pese a que el plazo expiró en febrero y que, en todo caso, deberían de estar fijados antes de la reunión de Naciones Unidas la semana que viene en Nueva York.
El objetivo inicial de Dinamarca, que actualmente ostenta la presidencia rotatoria del Consejo, era que los ministros de los Veintisiete adoptaran hoy esos compromisos, pero Francia y Alemania han exigido a última hora que la discusión pase a nivel de jefes de Estado y de Gobierno.
Esto supone que la UE no habrá actualizado sus planes climáticos en el horizonte de 2035, como requiere la ONU, ni establecido su senda de reducción para 2040, paso intermedio entre el 55 % fijado para 2030 y la neutralidad climática a mitad de siglo.
La Comisión Europea propuso en julio un 90 % de reducción, con flexibilidades, pero la falta de acuerdo ha llevado a la Presidencia danesa a plantear el debate ministerial en torno a una «declaración de intenciones» que la UE presentaría en Nueva York.
En su forma actual, antes del debate ministerial, esa declaración defendería un rango de recorte de CO2 en 2035 de entre el 66 y el 72,5 %, siendo este último valor una trayectoria lineal con el 90 % en 2040 sugerido por la Comisión.
Esa circunstancia ha generado dudas sobre el liderazgo climático del que presume la Unión Europea, que podría llegar a la COP30 de Belém (Brasil) a final de noviembre sin los deberes hechos.
«Yo no hablaría de falta de liderazgo, hablaría de que tenemos que consolidar ese liderazgo», apuntó la socialista española.
Las dudas sobre el protagonismo climático de la UE se fundamentan, en parte, en que China vaya a presentar sus planes de descarbonización actualizados ante Naciones Unidas.
«Sería fantástico si superan nuestra contribución nacional determinada», ironizó el comisario de Acción Climática Wopke Hoekstra.
El responsable comunitario restó importancia al atasco legislativo y dijo que su experiencia en política europea le ha enseñado que «nunca es un camino recto».
«Al final estaremos entre los más ambiciosos», dijo el democristiano neerlandés.
También el ministro danés de Clima y Energía, Lars Aagaard, se mostró optimista de cara al camino diplomático planteado: adoptar una declaración de intenciones hoy, obtener orientaciones políticas de los líderes y cerrar la discusión en un consejo extraordinario de ministros de Medioambiente.
«Creo que hay reconocimiento a que estamos trabajando (…). Hemos cubierto 80 metros y nos queda el sprint final, pero no hemos cruzado la meta aún», dijo Aagaard, quien evitó explicar qué opciones baraja si no funciona esa hoja de ruta porque «nunca enseñaría un plan B antes de entrar en una negociación».
El tono, sin embargo, es ligeramente distinto entre los países con más reticencias climáticas, como Polonia, Eslovaquia o Hungría que no quieren esa reducción del 90 % en 2040 y reclaman instrumentos industriales o económicos que apoyen esa senda.
«Creemos en una transición verde, pero en una transición verde que sea alcanzable», dijo la ministra húngara de Medioambiente, Anikó Raisz, quien defendió un enfoque con «pragmatismo y realidad».