Espectáculo sin estrellas

Los jugadores del PSG celebran la victoria frente al Aston Villa en la ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones. EFE/EPA/MOHAMMED BADRA

París, 10 abr (EFE).- La sonrisa de Luis Enrique al final de la ida contra el Aston Villa de los cuartos de final de la Liga de Campeones se contagiaba a toda una afición, que abandonaba el Parque de los Príncipes satisfecha con el trabajo del París Saint-Germain, la obra de su entrenador, el espectáculo sin estrellas.

El técnico español apostó porque fuera el colectivo el que proporcionara las sensaciones, una apuesta que ha ido arrastrando a todos los estamentos, los propietarios cataríes, convencidos del trabajo del entrenador, la afición, rendida a su entusiasmo, el vestuario, que tras las dudas iniciales sigue al pie de la letra sus consignas, y la prensa, que ha acabado por aplaudir su juego.

Ya nadie en París duda del entrenador y de un equipo capaz de dar espectáculo pese a que se ha ido desembarazando de algunos de los jugadores con más renombre del mundo, cuyo paso por la capital francesa dejaron un reguero de decepciones.

Por voluntad propia o forzado por las circunstancias, el ex seleccionador español tiene finalmente lo que quiere, un equipo compacto, bien compuesto, con jugadores de calidad pero sin grandes nombres, fiel a un estilo de juego ofensivo, dinámico y tremendamente físico.

Algo impensable si tienes que dejar espacio a las veleidades de los grandes, a los caprichos de los genios. Una premisa que se ha demostrado acertada.

Sin esas grandes estrellas, el PSG también es capaz de dar espectáculo y anoche lo demostró contra el Aston Villa, un conjunto bien plantado, con la defensa atrincherada y un portero, Emiliano ‘Dibu’ Martínez, en estado de gracia, que hizo honor a sus dos títulos de mejor meta del mundo en los dos últimos años.

Pero sin los talentos de renombre de otras temporadas, el equipo francés fue capaz de poner la eliminatoria muy a su favor gracias a otros, la juventud de un Desiré Doué que apunta a muy alto, y la calidad callada del georgiano Khvitcha Kvaratskhelia, uno de esos futbolistas que sin hacer ruido son capaces de volar alto.

Dembélé apagado

Los jugadores del PSG celebran la victoria frente al Aston Villa en la ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones. EFE/EPA/MOHAMMED BADRA

Anoche no brilló Ousmane Dembélé, el artillero que ha relanzado la máquina ofensiva del equipo, pero Luis Enrique presumió de que su bloque está por encima de cada uno.

Si los dos primeros goles fueron de una talla suprema, que demuestran que no hace falta venir apegado a un enorme cheque para entusiasmar, el tercero, conseguido en el minuto 92 por el defensa Nuno Mendes, revela otra de las características de este equipo: nunca baja los brazos.

Fiel reflejo de la personalidad expansiva de su entrenador, un torbellino en los entrenamientos, los partidos y las ruedas de prensa, el PSG vive en estado de permanente excitación hasta que se apagan las luces del estadio.

Solo así se entiende que el lateral izquierdo del equipo consiguiera el gol que deja casi decantada la eliminatoria cuando todo el mundo hacía cálculos sobre los escenarios posibles en el Villa Park la próxima temporada.

Luis Enrique ha conseguido que todos estén enchufados todo el tiempo, una receta que le permite sublimar el rendimiento de una plantilla llena de talentos medios que, a sus órdenes, están ganando en valor.

Anoche sopló cien velas en el banquillo parisiense y celebró su victoria número 70. Su equipo nunca ha estado mejor

Así encara el tramo final de una temporada en la que solo la final de Múnich del 31 de mayo tiene real importancia. París sueña un poco más que de costumbre y es gracias a que la propuesta de su entrenador de dar espectáculo sin estrellas ha calado en la ciudad de la luz.

Luis Miguel Pascual