Europa, la economía y el miedo al autoritarismo movilizaron el voto en la victoria de Dan en Rumanía

El candidato liberal y actual alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski. EFE/EPA/Piotr Polak POLAND OUT

Bucarest, 19 may (EFE).- Una enorme movilización del voto europeísta más joven y de la clase media, que temía las políticas del ultranacionalista George Simion, resultó clave en la victoria del europeísta Nicusor Dan en las elecciones presidenciales del domingo en Rumanía.

El candidato liberal y actual alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski. EFE/EPA/PIOTR POLAK POLAND OUT

Dan ganó las elecciones con el 53,6 % de los votos y una ventaja de más de 800.000 votos frente a Simion, gracias a una participación 12 puntos porcentuales más alta (65 %) que hace dos semanas y que sacó de la abstención a unos dos millones de votantes.

El candidato liberal y actual alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski. EFE/EPA/Piotr Polak POLAND OUT

Gran parte de esa movilización se debió al voto joven urbano, que temía que las políticas de Simion pudieran aislar al país en la Unión Europea (UE) y que salió a celebrar la victoria con banderas de la Unión y coreando gritos de ‘Europa, Europa’.

El 56 % de los rumanos confía en la UE, según datos del Eurobarómetro, y las encuestas nacionales sostienen que tres de cada cuatro ciudadanos ven la pertenencia del país al bloque como algo beneficioso. Nueve de cada diez rechazan una salida de la UE o de la OTAN.

Otra fuente de movilización fue la idea de sacrificar el camino europeo para acercarse a Rusia y a un modelo represivo con la sociedad civil, algo que se reflejó en uno de los cánticos de los congregados ante la sede de Dan tras su victoria: ‘Rusia, recuerda, Rumanía no es tuya’.

Dan, alcalde de Bucarest y matemático de profesión que se presentaba como independiente, partía con una gran desventaja frente a Simion, quien se impuso en la primera vuelta con un arrollador 41 %, mientras que el candidato europeísta obtuvo solo el 21 %.

Darle la vuelta a la mayor diferencia entre candidatos que llegan a la segunda vuelta en la historia de las elecciones presidenciales de Rumanía parecía una misión imposible.

Además, el ahora presidente electo no contaba con el apoyo de ningún partido, aunque el conservador Partido Nacional Liberal (PNL) y el de la minoría húngara recomendaron votar por él.

Por el contrario, Simion tenía el respaldo de su formación, la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), segunda fuerza en el Parlamento, y contaba también con un enorme apoyo en las redes sociales, donde el candidato ultra es un hábil comunicador.

El miedo a una deriva autoritaria

Simion atrajo el voto joven, rural y menos formado con un discurso populista, crítico con las formaciones tradicionales y con la UE, y prometió congelar la ayuda militar a Ucrania en caso de ganar.

Pero tras su arrolladora victoria en la primera vuelta, Simion encadenó errores, como negarse a participar en debates con su adversario, reconocer que algunas de sus promesas eran sólo marketing político y adoptar posturas contradictorias, que transmitieron una imagen de improvisación constante.

Su discurso en muchos casos cambiaba según la audiencia, y su forma agresiva de actuar, llena de insultos y amenazas, generó alarma sobre el rumbo del país de 19 millones de habitantes, miembro también de la OTAN.

La descalificación de figuras del ámbito cultural, de las ONG y del periodismo, junto con la difusión de listas negras para “ajustes de cuentas” cuando llegara al poder, generaron una profunda preocupación.

El comportamiento errático de Simion quedó patente en la misma jornada electoral: primero denunció un fraude electoral sin aportar pruebas, luego se declaró vencedor tras el cierre de los colegios, pese a las encuestas en contra, y horas más tarde reconoció la derrota y felicitó a Dan.

Según explicó a EFE la analista Oana Popescu-Zamfir, gran parte de los errores de Simion en la campaña se debieron a que intentó mantener su base de votos más radical y, al mismo tiempo, buscó el apoyo de los moderados.

La economía, clave en la remontada

Dan, ajeno también a los partidos tradicionales, acudió a todos los debates y, aunque propuso reformas, apostó por la continuidad en lo económico, consciente de que la estabilidad de Rumanía depende del respaldo de Bruselas, la confianza de los inversores y los fondos europeos.

Los planes económicos de Simion, por el contrario, oscilaban entre el liberalismo radical y el proteccionismo, sembrando dudas sobre el rumbo del país, lo que despertó también alarma en la clase media.

Desde su victoria en la primera vuelta, el leu, la moneda nacional, perdió un 3,5 % frente al euro y superó por primera vez el umbral de 5 unidades por euro.

El banco central ha tenido que intervenir con urgencia, quemando cerca del 10 % de sus reservas para frenar la depreciación.

Las agencias de calificación amenazaron también con rebajar la nota del país al nivel de ‘bono basura’ si no se controla el déficit fiscal, que en 2024 terminó en el 9 %, y el comercial, aún mayor.

“Creo que ganó la clase media que apoya la economía, que tiene bajas expectativas de la clase política y que sólo quiere que la dejen trabajar”, explicó a EFE el politólogo Radu Turcescu.

Luis Lidón