Madrid, 10 may (EFE).- Eurovisión arranca este domingo su gran semana con la tradicional alfombra turquesa y el desfile de los 37 países a concurso, con la imagen en el retrovisor de su accidentada edición previa al afrontar otro pronóstico muy abierto y, sobre todo, la sombra no resuelta de la presencia de Israel.
La tranquila Basilea, en la neutral Suiza, no parece que vaya a sosegar como sede los ánimos encendidos de quienes no ven con buenos ojos otra participación de esta delegación mientras su país mantiene los ataques en Gaza, con más de 60.000 palestinos muertos desde el inicio de su ofensiva.
Tras los mediáticos abucheos que recibió el pasado año Eden Golan, Israel está representado en esta ocasión por Yuval Raphael, que fue una de las supervivientes del ataque de Hamás de octubre de 2023 y que canta ‘New Day Will Rise’, balada amable pero fácilmente interpretable en clave propagandística, algo que en teoría está prohibido por el festival.
Esta misma semana, la organización Artists For Palestine emitió una carta en contra de la participación de este país en Eurovisión firmada por más de 70 exconcursantes, entre ellos, Salvador Sobral, ganador por Portugal de la edición de 2017.
Los intentos de la organización por apartar el conflicto del escenario han traído decisiones igualmente criticadas, como prohibir que los artistas luzcan banderas que no sean oficiales de sus países, lo que impedirá imágenes como la del sueco Eric Saaade en 2024, que mostró un pañuelo palestino en homenaje a sus orígenes.
Como carambola, tampoco podrán mostrarse sobre el escenario banderas como las que representan al arco LGTBIQ+, lo que paradójicamente hizo Nemo, quien le dio el triunfo a Suiza el pasado año y que se presenta como persona de género no binario. Esto ha despertado numerosas críticas en un evento de fuerte base entre este colectivo.
En lo que se refiere al concurso en términos estrictos, curiosamente en un país que habla oficialmente en francés, alemán e italiano, esta será la edición con el menor número de canciones en inglés desde que se permitió a los países cantar en la lengua que quisieran.
Suecia, primera en las apuestas; España sube
El ejemplo paradigmático es Suecia, que desde 1998 no cantaba en sueco y esta vez lo hará en un dialecto del sueco finlandés. Será gracias al trío KAJ, que con ‘Sauna’ han vuelto a situar a esta delegación en primer lugar en las apuestas a pesar de acudir con una propuesta humorística y fácilmente coreable en bares, en las antípodas de la espectacularidad escenográfica de los últimos años.
Los pronósticos, no obstante, andan tan abiertos como el año pasado y la victoria bien podría recaer en ‘Wasted Love’, la balada dramática y atmosférica con final discotequero del contratenor austríaco JJ, o en ‘Maman’, la emotiva balada maternal de Louane por Francia, un país que lleva tiempo pujando fuertemente por la victoria.
El apoyo de la diáspora israelí ya se hizo sentir en el televoto de 2024 (hasta España le dio los 12 puntos) y no habría que descartar que se intensifique este año. En las casas de apuestas su representante aparece cuarta.
Tampoco se puede descartar una candidatura con sabor africano, un poco a lo Stromae, y que podría reunir buenos resultados tanto de televoto como del jurado, la de Claude y ‘C’est La Vie’ por Países Bajos, delegación fuerte en Eurovisión y que quiere resarcirse de su expulsión finalmente injustificada en la edición previa.
Si se produjera su triunfo o el de la francesa, sería la primera vez que gana una canción en francés desde que Celine Dion lo hiciera precisamente para Francia en 1998 con ‘Ne Partez Pas Sans Moi’. Es por ello, asimismo, que se sospecha que la canadiense volverá a Eurovisión en esta edición para ofrecer una actuación sorpresa.
En cuanto a España, Melody ha conseguido rascar puestos gracias a su esfuerzo en la carrera promocional desde que fuese elegida en el último Benidorm Fest. Aparece ya en el puesto 18 de 37 (llegó a estar en los últimos lugares).
Ella no será la única diva “valiente y poderosa”, ya que entre los diez primeros países aparecen la finlandesa Erika Vikman con ‘Ich kome’ y la maltesa Miriana Conte, obligada por la UER a reducir a ‘Serving’ el juego de palabras de su tema, inicialmente ‘Kant’ (en el idioma de su isla, “cantando”, pero que, fonéticamente en inglés, habla de poner los genitales femeninos en el asador).