Katmandú, 6 jul (EFE).- El exilio tibetano en Nepal, el segundo más numeroso del mundo, celebró este domingo el 90º cumpleaños del dalái lama, líder espiritual del budismo tibetano que reside en la vecina India, con unos festejos marcados por las tensiones políticas con China.

Más de 1.000 tibetanos exiliados, monjes, diplomáticos y activistas por los derechos humanos se reunieron este domingo en uno de los actos centrales de la celebración en Nepal, en el Centro de Artesanía Tibetana de Jawalakhel, en Katmandú.
El 14º dalái lama, Tenzin Gyatso, fue venerado con música tradicional, oraciones y actos culturales. Los asistentes a la celebración en Katmandú portaron una imagen del premio nobel de la paz, en torno a la que se desarrollaron las celebraciones.
Las personas que acudieron al acto en la capital nepalí destacaron el mensaje de compasión y no violencia del dalái lama, lemas que, según ellos, el líder del budismo tibetano ha mantenido a lo largo de toda su vida.
Según la Administración Central Tibetana (CTA), en Nepal residen entre 10.000 y 20.000 tibetanos exiliados de la región del Tíbet, que fue anexionada por China a principios de la década de los cincuenta del pasado siglo.
Después de la India, donde residen decenas de miles de tibetanos, Nepal es el segundo país del mundo con más refugiados de este origen.
Este domingo, en la localidad india de Dharamshala, en el Himalaya occidental, ha tenido lugar una gran ceremonia en honor al dalái lama, a la que han asistido el propio Gyatso y los lamas del budismo tibetano, así como seguidores y files, como el actor Richard Gere, que ha estado muy presente a lo largo de toda la semana en los festejos.
El pasado martes, el dalái lama anunció que su linaje continuará tras su muerte y especificó que sólo la fundación Gaden Phodrang Trust, que es de su máxima confianza, gestionará la búsqueda de su reencarnación, lo que supone un desafío para China, que pretende controlar el proceso de sucesión.
No obstante, el sábado, el dalái lama vaticinó que su vida aún se extenderá «30 ó 40 años más», hasta aproximadamente los 130 años, desarmando así la estrategia de Pekín de esperar un fallecimiento próximo del líder espiritual.