Redacción Medioambiente, 18 jun (EFE).- Los pequeños reactores modulares (SMR), opción de futuro para la energía nuclear y objeto del interés indisimulado de las grandes tecnológicas que desarrollan la inteligencia artificial, obligarán a los Estados a planificar minuciosamente su ubicación, dependiendo de la incidencia en su territorio de fenómenos naturales como inundaciones, terremotos o volcanes.
En algunos casos, estos novedosos reactores, de los que actualmente solo hay dos en funcionamiento, son menos susceptibles de verse afectados por ese tipo de accidentes, pero en otros pueden ser más perjudicados que sus hermanos mayores, los reactores tradicionales.
De lo que no hay duda es de que su atractivo va en aumento gracias al tirón de las ‘cuatro grandes’ (Google, Amazon, Facebook y Apple), necesitadas de acceder a una mayor potencia energética para sus centros de datos.
Los SMR (Small Modular Reactors), que la Comisión Europea acaba de considerar «fundamentales para el futuro del sector», tienen una capacidad de potencia de hasta 300 MW, en torno a un tercio de los convencionales. Utilizan igualmente la fisión nuclear para producir energía.
Pero al ocupar menos espacio pueden situarse en lugares donde no serían viables centrales nucleares grandes y, al ser modulares, pueden prefabricarse y ensamblarse en una factoría antes de instalarse en su ubicación definitiva.
Anna Hajduk Bradford, directora de la división de Seguridad de las Instalaciones Nucleares del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), explica que muchos de los SMR tiene sistemas de seguridad pasivos, «que no necesitan que un ser humano haga algo si se produce un desastre natural como un terremoto».
Fenómenos físicos como la circulación natural, la convección, la gravedad y la autopresurización eliminan o disminuyen las posibilidades de que emisiones peligrosas de radiactividad lleguen al medioambiente o la población en caso de accidente, sostiene el organismo.

Más simples, menos riesgos

Pero, además, apunta Bradford, «ofrecen ventajas tan simples como que tienen menos tuberías porque son mucho más pequeños, así que hay menos oportunidades de que una de ellas se rompa durante un seísmo».
«Por supuesto», señala la experta a EFE, «pueden ser más susceptibles a otro tipos de desastres, como un tsunami, que podría arrastrar y mover un reactor pequeño, mientras que no sería capaz de hacerlo con un gran reactor terrestre».
Los microrreactores son un subconjunto de los SMR diseñados para generar hasta 10 MW. Ocupan aún menos espacio y, según el OIEA, «podrían servir de suministro reserva de energía o reemplazar generadores que funcionan con diésel».
Bradford describe que «algunos son tan pequeños que todo el reactor puede meterse en la parte trasera de un camión». Otros son como un edificio de tamaño medio.
La clave ante posibles fenómenos naturales, añade, es que el tamaño permite un traslado rápido: «Si hay un tsunami, por ejemplo, o sabes que viene una guerra, puedes moverlos».
Pero hay muchos tipos de diseño y otros son inamovibles. «De hecho, algunos requieren ser instalados bajo tierra. Se cava un agujero, se pone el reactor allí abajo y no vas a poder moverlo».
Los dos SMR en funcionamiento está en China (Shandong, este), y en la primera central nuclear flotante del mundo, la Akademik Lomonosov de Rusia. Responden a nombres tan enigmáticos como HTR-PM y KLT-40S.
Diseños púbicos y privados
Se trabaja actualmente en distintos diseños, 70 en 18 países, muchos a cargo de instituciones privadas.
Así, la empresa Kairos Power desarrolla un SMR para Google, el KP-FHR, y Rolls Royce también trabaja en su propio diseño.
Según Bradford, si un país quiere instalar un SMR deberá «tener en cuenta las catástrofes naturales que suelen ocurrir y diseñar un sistema específico para ellas».
«Es la mejor manera de enfocarlo desde el principio: saber qué fenómenos debe tener en cuenta y elegir el diseño que mejor se adapte, porque siempre habrá uno adecuado. Si un volcán entra en erupción, no conozco ningún SMR que vaya a resistirlo, pero nunca ubicarías un SMR en un lugar así», apunta.
Cualquier posible emplazamiento debe ser objeto de una recopilación detallada de datos sobre la actividad sísmica del lugar, si se producen tornados, si hay frecuentes inundaciones o deslizamientos de tierra o dónde están las aguas subterráneas.
Los fenómenos naturales son solo uno de los desafíos que afrontan los SMR, junto con la demostración de su seguridad y rendimiento operativo, el transporte, su competitividad económica y la normativa para su despliegue mundial, que se prevé a medio plazo.
«En los diez años que llevo en este campo, la atención y la energía que se dedican a los SMR han ido en aumento. Pero creo que para que haya cientos de ellos en funcionamiento van a pasar, probablemente, un par de décadas», señala Bradford. «Esta es definitivamente la dirección pero, por supuesto, depende de cada Estado».