Pável Carballido García
Madrid, 21 abr (EFE).- “La principal amenaza para la biodiversidad es el analfabetismo ambiental que impera”, asegura en una entrevista con EFE la bióloga y escritora Mónica Fernández-Aceytuno, que reclama la importancia de “aprender a hablar el idioma de la Naturaleza” para contrarrestar “la falta de conciencia y el desprecio absoluto hacia ella”.
Fernández-Aceytuno, que acaba de publicar su nuevo libro ‘Mañana es tarde’ (Editorial Espasa), explica que “no se enseñan las especies como se enseñan las letras” y la mejor prueba de ello es que “si le preguntas a un niño cómo se llama el árbol que está debajo de su casa es probable que no lo sepa”.
En el texto, define decenas de términos relacionados con el entorno natural, algunos de ellos muy poco conocidos, mezclando el rigor científico con la prosa poética: parte de estas palabras surgen de su ‘Diccionario Aceytuno de la Naturaleza’ que puso en marca en su web hace más de un decenio y que hoy día incluye cientos de entradas.
Su objetivo con ambos trabajos es combatir ese “analfabetismo ambiental” identificando y nombrando la biodiversidad para potenciar su aprecio, puesto que “lo que no tiene nombre no existe, ni para la ciencia siquiera”, o, comparándolo con el arte, es “como quien desprecia un cuadro diciendo que sólo es un lienzo” pintado.
Lo irrepetible
La Naturaleza, asevera, posee “un carácter único”, ya que “todo lo que vemos es el resultado de millones de años de todo influyendo en todo…, es irrepetible” hasta el punto de que “aunque nos lo propusiéramos, reconstruirla sería como querer reconstruir un cuadro”.
Fernández-Aceytuno, que se dedica a la divulgación desde 1991 en una labor que le valió entre otros reconocimientos un Premio Nacional de Medio Ambiente en 2003, defiende su formación de bióloga al recordar que “todo lo que escribo nace de la ciencia”, si bien “a veces con la poesía eres más certero que con una fórmula matemática”.
En ese sentido pone como ejemplo uno de sus primeros artículos publicados en el que hablaba sobre los vencejos, unas aves vinculadas al entorno urbano que comen, duermen y se reproducen en vuelo, para el cual los editores “me hicieron prometer que nada de poesía, aunque terminé el artículo diciendo ‘esta noche en el cielo habrá vencejos dormidos’ que suena a poesía, pero es una verdad científica” en realidad.
Qué significa sostenibilidad
De todas formas, para la autora el “eje fundamental de la sostenibilidad” no es la Naturaleza, ni el medioambiente, ni la economía, sino “las personas y la participación ciudadana”, porque “es preciso conservar la naturaleza para conservar las condiciones vitales humanas”.
Fernández-Aceytuno cree que la evolución no debería pasar por “la lucha de las especies”, sino por “la cooperación de las especies” y por ello pone énfasis en identificar sostenibilidad y cooperación: es decir, “poner conocimientos en conjunto y trabajar en ello desde el paisano hasta el ingeniero”, algo que, denuncia, “se les ha olvidado a muchas empresas, que lo último que hacen es consultar a los habitantes locales”.
Aunque apoya las energías renovables, pide que su implantación respete la biodiversidad de los territorios, implicando a la población local, elaborando estudios del impacto ambiental reales que cubran todo un año biológico y presentando una trazabilidad honesta, que deje claro el coste ambiental de la producción e instalación de la infraestructura necesaria para producir y transportar la energía.
La bióloga también ha denunciado que la palabra ‘sostenibilidad’ ha sido “contaminada” debido al ‘greenwashing’ y a “la incorporación del lenguaje biológico al económico”, igual que ha sucedido con otros términos como la idea del ‘capital natural’.
Por ello exige regresar a su concepción original surgida, como explica en ‘Mañana es tarde’, del término ‘reservar’ ya que “se trata de reservar para los que vengan detrás”, para las futuras generaciones.