Madrid, 25 jun (EFE).- El paro entre los llamados inmigrantes de segunda generación (nacidos en España e hijos de madre y/o padre extranjeros) es del 17 %, más del doble que el de la población autóctona, del 7 %, lo que muestra el «fracaso» de España en la inserción laboral de este colectivo.
Estos datos implican «un riesgo para la cohesión social y un coste para el estado de bienestar», según el último análisis sobre integración laboral de la población inmigrante en España realizado por el Real Instituto Elcano a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Además de los inmigrantes de segunda generación, el informe revela que las tasas de paro entre el conjunto de inmigrantes procedentes de países de menor renta que España son muy superiores a la de la población autóctona (14 % frente al 8 %), en particular entre los africanos (25 %).
El informe revela otros datos «preocupantes» acerca de la futura integración laboral de los jóvenes inmigrantes o los nacidos en España de madre y/o padre extranjeros: su tasa de abandono educativo es del 33 %, el triple que el de la población autóctona.
El 39 % de los inmigrantes de segunda generación con más de 25 años solo tiene el título de la educación secundaria obligatoria, lo que, en muchos casos, les condena a trabajos elementales y un mayor riesgo de desempleo, y únicamente el 25 % ha obtenido un título universitario, frente al 49 % de los autóctonos.
Estos datos muestran, según el estudio, que «se está produciendo un fracaso en la integración que afecta a buena parte de las segundas generaciones de inmigrantes en España».
Más paro, baja productividad y menores salarios
La investigación pone de relieve que la inmigración procedente de países con una renta menor que la de España supone un 91 % del total de la inmigración que se encuentra en edades de mayor actividad laboral (entre 25 y 59 años), y una de sus características más relevantes es su bajo nivel educativo medio.
Este colectivo presenta menores tasas de ocupación que la población autóctona en sus mismos grupos de edad y tasas de paro «mucho mayores». Su actividad se concentra en actividades que requieren menor cualificación y mayor intensidad de trabajo físico y, dentro de estos sectores, ocupan las categorías más bajas dentro de la jerarquía organizativa, lo que lleva a menores salarios.
Varios sectores dependen de modo mayoritario o muy relevante de la inmigración y, en este sentido, destacan el servicio doméstico, en el que el 71 % de los ocupados (en su casi totalidad mujeres) son inmigrantes procedentes de países de renta baja, y la hostelería, con un 45 % de mano de obra inmigrante.
En la construcción y la agricultura también representan al menos un 30 % y ocupan prácticamente el total del nuevo empleo que se crea en estos sectores.
Uno de cada dos migrantes con carrera trabaja en empleos no cualificados
Pero el menor nivel educación no es la única causa de la concentración de los migrantes de países de baja renta en estas actividades, ya que una buena parte de este colectivo que sí tiene título universitario encuentra empleo únicamente en trabajos que no requieren esa cualificación.
Más de la mitad (54 %) de los inmigrantes con título universitario ocupa un puesto que no requiere esa cualificación, algo que le sucede al 33 % de los autóctonos.
En buena parte, este «despilfarro» de sus cualificaciones se debe al «larguísimo proceso» de reconocimiento de sus títulos y también influye su dificultad para acceder al sector público del empleo.
De hecho, los sectores de educación y administración pública, defensa y seguridad social son los de menor presencia de inmigrantes, ya que los requisitos para acceder a la función pública en España impiden, en muchos casos, el acceso a los no nacionalizados y favorecen a las personas con alto nivel educativo.
Como resultado, solo un 4 % de los inmigrantes procedentes de países de baja renta está empleado en el sector público.