Ciudad de Panamá, 15 ago (EFE).- Sin complejos, el escritor español Francisco Pérez de Antón (Asturias, 1940), que llegó por amor a Guatemala en 1963, donde fundó la popular cadena Pollo Campero, trata de adaptarse a los nuevos formatos narrativos, acomodados a los acelerados tiempos, sin despreciar la calidad literaria por la brevedad de los textos.
Hombre de negocios con pasión literaria – sin perder la vista del «mercado»-, lanzó en 2024 ‘El arte de burlar a la muerte: (y otras inquietantes historias)’, un conjunto de ocho relatos breves que cuentan a través de diferentes tiempos históricos la capacidad humana para enfrentarse (o esquivar) su destino final.
«La aceleración de la vida, el bombardeo de publicidad, el tráfico, te quita tiempo y la lectura de largo aliento se está volviendo cada vez más difícil», dice en una entrevista a EFE desde Ciudad de Panamá, donde participa en la Feria Internacional del Libro.
En esa conversación admite que «nunca» ha dejado de ser «un empresario y un fulano que busca el mercado», por lo que los cuentos han sido una nueva apuesta más, lejos de sus obras extensas como ‘El sueño de los justos’ (Alfaguara, 2008) o ‘Los hijos del incienso y de la pólvora’ (Alfaguara, 2012).
Los relatos breves permiten «vivir la experiencia» en aproximadamente 20 minutos, gracias a la «inmediatez», admite el escritor que trata de «adaptarse a las tendencias del lector y la vida moderna». No por ello, resalta, se debe juzgar la calidad literaria de la obra con una más extensa.
«Eso es como comparar la Gioconda con la Capilla Sixtina. ¿Cuál de las dos es mejor? Son incomparables. Dos artes refinadísimos», cuestiona.
Pollo Campero: «Cuando abrí 25 restaurantes dije ‘me voy, ya no quiero más'»
Antes de «gozarse» la vida de escritor, Pérez de Antón fue ingeniero agrónomo, economista y el empresario detrás de la popular cadena Pollo Campero, el «buque insignia» de sus empresas en Guatemala, país al que llegó en 1963 persiguiendo el amor de su hoy esposa y del que se nacionalizó en 1965.
Fundó la marca en 1971 tras darse cuenta de la alta competitividad dentro del mercado de la producción de pollo y derivados de la harina -sector al que estaba dedicado su grupo empresarial- y del «dineral que las compañías americanas» solicitaban por el derecho de franquicia.
«En buena hora me metí en ese lío», bromea el escritor, «pero hice un modelo, lo desarrollamos y cuando ya había abierto 25 restaurantes fue cuando me dije, ‘Ahora mismo me voy, ya no quiero más de esto’. Y la compañía siguió».
Pese a estar alejado de Pollo Campero, bromea al aceptar que de la veintena de libros escritos, el más editado es ‘Memorial de Cocinas y Batallas’, donde se relata la «singular historia del nacimiento y desarrollo» de la cadena de pollo frito.
«El modelo de negocio del periodismo desapareció. Ahora es otro y no lo conozco»
Reconoce que hizo negocios porque «no le quedó más remedio», por «ganarse la vida» y escribir «no era el camino». Y entre empresas surgió otra pasión, el periodismo y creó en Guatemala la crítica revista Crónica, otro complejo rubro que ahora desconoce.
También dejó el periodismo a finales de la década de 1990, por lo que, dice, se «perdió el paso del periodismo viejo al nuevo, el que ya está perdido en ese océano de redes sociales, de fuentes de información, que bombardea todos los días a la gente, el que más que conocimiento da una información efímera».
«El periodismo tendrá que buscar otras avenidas. En los medios tradicionales no va a haber un ‘boom’ de empleo. Eso es lo que me parece (…) porque ya, para mí, el modelo de negocio anterior ha desaparecido. Ahora es otro y ese no lo conozco», apunta el escritor.
De aquella aventura periodística recuerda disfrutar el diseño de las portadas, pero frunce el ceño al relatar el «acoso» estatal, sin olvidar a su reconocido compañero José Rubén Zamora, encarcelado desde 2022 tras emitir fuertes críticas contra el entonces presidente Alejandro Giammattei (2020-2024).
Estuvo más de 20 años sin «trabajar apenas» el hemisferio derecho del cerebro, relacionado a la creatividad, y desde que lo activó «la vida ha sido mucho más gozosa».
De todas sus múltiples profesiones -o vidas-, Pérez de Antón tiene claro cuál prefiere: «Ha sido la literatura, lo que soñaba hacer desde joven, donde no siento estrés».
Ana de León