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jueves, 13 de marzo de 2025

Fundación BBVA premia a 5 psicólogos sociales por revolucionar la teoría de las actitudes

Dolores Albarracín es titular de la cátedra Alexandra Heyman Nash en la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos).

Madrid, 11 mar (EFE).- La Fundación BBVA ha concedido este martes, en su decimoséptima edición, el Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales a cinco expertos en psicología social por “contribuir significativamente a predecir y comprender el comportamiento humano”, y por haber revolucionado la forma de entender y medir las actitudes.

Según el acta del jurado, el trabajo de los galardonados, Icek Ajzen (Universidad de Massachusetts Amherst), Dolores Albarracín (Universidad de Pennsylvania), Mahzarin Banaji (Universidad de Harvard), Anthony Greenwald (Universidad de Washington) y Richard Petty (Universidad Estatal de Ohio), ha tenido efectos en la psicología, la sociología, las ciencias políticas, la educación, la salud y la economía.

Y es que las aplicaciones prácticas de sus investigaciones van desde el diseño de campañas de vacunación o de prevención de enfermedades de transmisión sexual a estrategias para luchar contra la desinformación y las teorías conspirativas o construir pruebas válidas en juicios.

“Durante más de cinco décadas -añade el fallo- estos cinco investigadores “han ejercido un claro liderazgo en un área central de la psicología social como es la teoría y aplicaciones de las actitudes”, y sus trabajos pueden ayudar a los responsables políticos a prevenir fenómenos sociales negativos como la polarización, los prejuicios étnicos y los estereotipos infundados.

Pocas horas después de conocer la decisión del jurado, en una rueda de prensa conjunta, los galardonados han agradecido este reconocimiento “en un momento de ataque devastador a las ciencias sociales y a las vacunas en Estados Unidos”, ha dicho Albarracín, y “de ataque sin precedentes a la ciencia desde nuestro propio Gobierno”, ha dicho Banaji.

Estudio de las actitudes

Mahzarin Banaji ocupa la cátedra Richard Clarke Cabot de Ética Social en el Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).

Las actitudes, en psicología social, son evaluaciones sobre objetos, ideas o personas que ayudan a los individuos a formarse una impresión de lo que les rodea y tomar decisiones en numerosos ámbitos.

Icek Ajzen, catedrático emérito de la Universidad de Massachusetts Amherst, desarrolló, junto al fallecido Martin Fishbein, la relación entre ambos conceptos en uno de los modelos de mayor impacto en el campo de la psicología social para explicar y predecir el comportamiento humano: la Teoría del Comportamiento Planificado (o TPB).

Esta teoría, que explica cómo influyen en el comportamiento las actitudes, la presión social percibida y la dificultad de realizar el comportamiento, ha sido aplicada para realizar campañas de vacunación o de realización de ejercicio o para incentivar el uso del transporte público sobre el privado.

Pero la relación entre actitud y comportamiento también se puede estudiar a través de la persuasión, que es el campo al que se ha dedicado Richard Petty, quien junto al fallecido John Cacioppo, elaboró el Modelo de la Probabilidad de Elaboración, que propone que según cuánto nos guste la fuente que nos envía un mensaje, más o menos nos gustarán sus argumentos.

El trabajo de Petty han ayudado a entender cómo las personas procesan los mensajes persuasivos y cómo dicho procesamiento puede cambiar actitudes.

Por su parte, la investigación de Albarracín, catedrática en la Universidad de Pensilvania, ha aumentado nuestra comprensión de cómo pueden cambiarse las actitudes, sobre todo con respecto a los mensajes persuasivos.

En la rueda de prensa ha explicado que para luchar contra la desinformación es esencial distinguir la “trivial” (defender que la tierra es plana) de la que tiene “consecuencias con un fuerte impacto” como, por ejemplo, intoxicar sobre el contenido de las vacunas.

Por último, Greenwald y Banaji han desarrollado el Test de Asociación Implícita, que permite medir con fiabilidad el sesgo implícito y sus efectos en la toma de decisiones.

“Sabemos que esos sesgos se adquieren muy temprano, desde los dos años. Y están mucho más extendidos en la población que los sesgos explícitos, es decir, los que la gente admite en las medidas de autoinforme, por ejemplo, decir que los hombres no son mejores en ciencias que las mujeres”, ha dicho Greenwald.

Además, Banaji, catedrática en Harvard, ha centrado su investigación en las diferencias entre las expresiones conscientes de valores, actitudes y creencias, y las representaciones menos conscientes de los contenidos mentales.