Tokio, 17 sep (EFE).- Seis meses después de proclamarse campeón del mundo de salto de longitud de pista cubierta en Nanjing (China), el joven prodigio italiano Matteo Furlani, de veinte años, conquistó Tokio con otro oro universal, en este caso al aire libre, con un registro de 8,39 metros, marca personal.

Sus 1,84 metros de altura, su espigada figura, su atrevimiento y, sobre todo, su confianza en las cualidades que tiene, hacen de Furlani un atleta que, más que prometedor, puede marcar una época en el salto de longitud.

Los genes del atletismo corren por sus venas gracias a sus padres. Marcello, que también es su entrenador, fue saltador de altura en los años ochenta y Kathy, de origen senegalés, fue velocista.
El joven atleta italiano comenzó haciendo salto de altura, llegó a superar los 2,17 metros que le valieron un Europeo sub-18, pero antes de llegar a la mayoría de edad cambió a longitud, siendo también campeón continental de esa categoría y después de la sub-20.
El debut en los Mundiales absolutos llegó en Budapest 2023, dónde no pasó la ronda de clasificación con 7,85 metros. No pasó nada. Tranquilidad. Él siguió firme en sus convicciones porque tenía claro que tras un primer año de fogueo entre los ‘grandes’ el segundo tenía que ser el bueno.
En 2024, en los Mundiales de pista cubierta de Glasgow (Escocia), ganó, y comenzó su verdadero despegue porque después, en verano, subió al podio del Europeo de Roma para recoger una plata y al de los Juegos Olímpicos de París para un bronce.
Este año, con la consolidación en mente, y más maduro como atleta y, sobre todo, más respetado por los rivales, ganó el oro en los Mundiales de pista cubierta de Nanjing y la plata en los Europeos bajo techo de Apeldoorn. Todos preparatorios para su gran objetivo del año, estos Mundiales de Tokio, en los que definitivamente se licenció ante la historia.
Furlani firmó en el Estadio Olímpico de Tokio un registro de 8,39 metros, marca personal, y lideró un podio que también compusieron el jamaicano Tajay Gayle (8,34) y el chino Yuhao Shi (8,33).
El que no estuvo en la pelea por las medallas y por revalidar su corona de campeón mundial de Budapest 2023 fue el griego Miltiadis Tentoglou, que, con 7,83, no pasó el corte en la final.
«Fue la peor competición de mi vida. Me sentía genial y fuerte durante el calentamiento. Quizás fue mi error calentar con más fuerza de lo habitual, pero estoy en la mejor forma de mi vida y pensé que estaría bien. Entonces, ¡qué demonios!, me dieron calambres en las pantorrillas de ambas piernas a la vez en mi primer intento. Y entonces no pude hacer nada», dijo en la zona mixta el griego.
Su lamento tuvo réplica en el júbilo del italiano, que, con sus veinte años, tiene mucho margen de mejora y una ambición sin límites.
David Ramiro