París, 6 may (EFE).- Las flores color malva de las jacarandás y el “silencio” que aún reina en su propia familia sobre la persecución a los tutsi inspiraron al franco-ruandés Gaël Faye, el autor de ‘Pequeño país’, para su vuelta a la literatura con ‘Jacarandá’, su segunda novela, que llega a las librerías españolas el jueves.
El también rapero y compositor confiesa, en una entrevista con EFE en París, que no fue fácil volver a escribir después del éxito abrumador de su ópera prima, que acumula más de dos millones de lectores en 40 lenguas distintas y que fue adaptada al cine en 2020.
“Dejé pasar algunos años, saqué dos álbumes de música, hice giras… Y entonces me di cuenta de que vivía en un país, Ruanda, donde la gran mayoría de la población había nacido después del genocidio. Me sentí un poco como un anciano”, rememora el autor, que nació en Burundi en 1982, se exilió a Francia con su familia a los trece años y ahora vive en la Ruanda de sus ancestros maternos.
“Yo tenía 11 años en el momento del genocidio y quise escribir una historia para hablarle a esta nueva generación y contarle el camino que hemos hecho en 30 años”, completa Faye.
Ese deseo venía, en realidad, de comprobar que en su propia familia reinaba el silencio a pesar de la repercusión de ‘Pequeño país’, donde usa elementos autobiográficos para contar, a través de los ojos de un niño, la experiencia en los tiempos del genocidio de una familia de padre francés y madre ruandesa refugiada en el vecino Burundi.
“En mi familia seguía siendo imposible hablar no sólo de mi primera novela, sino de nuestra historia (…). Fue quizás este elemento el que me empujó a escribir y cuanto más hablaba de este silencio a mi alrededor, más me daba cuenta de que es un silencio que existe en muchas familias ruandesas”, detalla.
Por eso, en ‘Jacarandá’ (editorial Salamandra) buscó retratar esos vacíos a través de varias generaciones, usando nuevamente elementos de su propia vida, pero haciendo un recorrido opuesto al de su primer libro.
Bautizado con el nombre del árbol de origen latinoamericano que tiñe de malva el paisaje de multitud de ciudades del continente africano, ‘Jacarandá’ cuenta la historia de Milan, un niño mestizo franco-ruandés que ignora todo sobre el pasado de su hermética madre, sobre los traumas de su familia y sobre el genocidio de 1994, más allá de lo que ve en la televisión.
Un viaje al país donde aún vive su abuela desbloqueará su curiosidad y el anhelo de entender su propia historia.
Aprender a ser vecinos
A pesar de los elementos autobiográficos de sus dos novelas hasta la fecha, Faye, que por parte paterna tiene también una bisabuela catalana, asegura que no le interesa hablar de sí mismo como si rellenara un diario: “Se escribe para llegar a los demás”.
Pero también asume su necesidad partir de la realidad, especialmente al tener un pasado marcado por eventos tan fuera de lo ordinario como el exilio o la violencia masiva.
Y es que el genocidio de los tutsi de 1994, en el que se estima que al menos 800.000 personas fueron masacradas en un lapso de apenas tres meses, fue uno de los episodios más cruentos de la historia mundial reciente.
El silencio frente al trauma es una reacción humana habitual, cree Faye, para el que, sin embargo no es posible quedarse ahí para construir una reconciliación real: “Hay que hablar, contar, poner en palabras. El silencio es mortífero. Con el silencio corremos el riesgo de que las cosas se repitan”.
“Además, no es cierto que por no hablar no transmitamos el dolor. Eso también es una paradoja”, opina.
Incluso quienes no vivieron el genocidio sufren crisis traumáticas en la Ruanda de hoy, explica el también músico. Pero a la vez él está convencido de que la humanidad es capaz de “rehacerse” a través de la justicia y el perdón.
“Es lo que he aprendido -cuenta Faye- de la sociedad ruandesa. Vivo allí desde hace años y veo a verdugos y víctimas vivir al lado. Está la verdad del corazón, y quizás la gente no se quiere, pero han aprendido a vivir de nuevo juntos”.
‘Jacarandá’, que también será adaptada al cine, según avanza Faye, fue una de las sensaciones de la ‘rentrée’ literaria en Francia (la avalancha de nuevos títulos que llegan a las librerías al final del verano). Ganó el premio Renaudot y fue finalista del prestigioso Goncourt, el más importante de la ficción en francés.
Nerea González