Gaza, 19 mar (EFE).- Conscientes de que “no hay un lugar seguro”, los habitantes de Gaza duermen con miedo, mientras los bombardeos israelíes contra la población civil no cesan desde que Israel reanudó su ofensiva contra la región este martes, con ataques aéreos que han dejado más de 430 muertos y cerca de 700 heridos.

Desde el barrio de Al Sabra, en la ciudad de Gaza, donde a las diez de la mañana de este miércoles, hora local, un proyectil israelí impactó contra un edificio residencial, los vecinos aseguran a EFE que sabían que la guerra volvería a la región, pero aun así “tienen miedo”.

“Tengo miedo por mí y por mis hijos. Incluso si quiero salir de aquí, no encontraré un lugar seguro adonde ir. No hay lugar seguro, duermes con miedo. La gente ha sido asesinada y están hambrientos”, lamenta Ismael Zarub, de 60 años.
Asegura que, incluso antes de que Israel retomase su ofensiva contra Gaza, durante los días de tregua, la población de la Franja no tenía sentido de seguridad. “Sabíamos que volviera la guerra, los jóvenes antes que los mayores”. dice.
Por eso, pide el fin de una guerra que ha regresado “porque el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quiere lograr sus intereses personales” y recuerda que los gazatíes quieren vivir en paz: “Que se liberen (los rehenes). No todos en Gaza están de acuerdo con lo que pasó el 7 de octubre”.
Ismael vive detrás de la calle bombardeada durante esta mañana en Al Sabra y asegura que el ataque de esta mañana fue el más fuerte que ha presenciado desde que comenzó la guerra entre Israel y Hamás en octubre de 2023.
“Creo que es el nuevo arma estadounidense que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, envió como regalo a Netanyahu”, afirma.
La vivienda destruida es de una familia cristiana que no se encontraba en la casa en el momento del bombardeo, explica Ismael, que da gracias a Dios porque el ataque no se saldó con vidas, solo con heridos.
Aunque este ataque no haya dejado muertos, el barrio de Al Sabra ha recibido un duro golpe. Entre un paisaje de destrucción y cascotes de hormigón, niños caminan cargando con garrafas llenas de agua o rebuscan entre los escombros.
Las ambulancias avanzan a duras penas entre la multitud que se ha congrega en la calle para atender a los heridos y sofocar las llamas que ha provocado la explosión.
Media hora para evacuar
Ismael detalla que las autoridades israelíes advirtieron a los vecinos que era necesario evacuar el lugar con media hora de antelación. “Mis hijas y mi hermana se refugiaron en mi casa”, añade.
Isa Dugmush, otro vecino de la zona, explica que habló con el Ejército israelí por teléfono, que le pidió que evacuara a todas las casas próximas al objetivo y sus habitantes se alejaran de ellas lo máximo posible.
“Todos los residentes fueron evacuados”, dice con alivio, pero lamenta que muchas personas resultaron heridas por las ondas de presión del misil, aunque antes del ataque creían que no les alcanzarían.
A pesar de que admite que la diferencia entre la primera etapa de la guerra y la actual es que “esta vez hay advertencias”, aprecia también que la fuerza de los misiles lanzados por Israel desde la madrugada del martes “no es normal”.
“Debido a la fuerza de la explosión, las piedras y los escombros vuelan a una distancia de 200 metros. Hay personas que están en las tiendas y les han golpeado las piedras”, añade.
Ahmad Awad