Ginebra, ¿última oportunidad para lograr un tratado contra la polución por plásticos?

En la imagen de archivo, vista de plásticos recolectados en un centro de recogida en Managua (Nicaragua). EFE/Jorge Torres

Antonio Broto

Ginebra, 4 ago (EFE).- Unos 3.500 delegados de más de 170 países y 600 organizaciones se dan cita a partir de este martes en la sede europea de la ONU en Ginebra para negociar un tratado que reduzca la contaminación por plásticos, causante de graves perjuicios medioambientales (muy visibles en los océanos) y en nuestra salud.

Es la sexta vez que la comunidad internacional se sienta en la mesa de negociaciones, esta vez hasta el 14 de agosto, aunque técnicamente la ONU denomina a estas reuniones la «segunda parte de la quinta ronda», que continúa la que con escasos avances se celebró en la ciudad surcoreana de Busan en noviembre y diciembre de 2024.

El objetivo declarado de las negociaciones es desarrollar un tratado vinculante o instrumento legal similar que ayude a frenar la contaminación que genera la producción, consumo y desechado de estos materiales.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente encargó esta labor a un comité de negociaciones intergubernamental que se reunió por primera vez en noviembre de 2022 en Punta del Este (Uruguay), en 2023 en París y Nairobi, y en 2024 en Ottawa, la capital canadiense, además de en la mencionada ciudad surcoreana.

Las conversaciones, de modo similar a las que ha habido para frenar otros sectores productivos que han causado graves daños medioambientales, como las dirigidas a parar el cambio climático o la pérdida de la fauna marina por la sobrepesca, están estancadas por la oposición de bloques de países con diferentes objetivos.

«Ambiciosos» contra «afines»

En los debates sobre el plástico, el bloque de los «ambiciosos», con el que se ha bautizado a los partidarios de una mayor limitación en la producción, pide entre otros puntos la reducción de polímeros primarios, la eliminación progresiva de determinadas sustancias peligrosas y el fomento de una economía más circular y basada en el reciclaje.

Encabezan este bloque países como Francia, Noruega, Ruanda como destacada voz en África, y en Latinoamérica han sido especialmente activos Chile o Perú, cuya delegación ha llegado a proponer, ante el estancamiento en rondas previas, que se examine la posibilidad de un tratado vinculante solo para países consumidores.

Opuestos a muchas propuestas de los «ambiciosos» se encuentran los autodenominados «países afines» («like-minded» en inglés), entre los que figuran grandes potencias petroleras como Estados Unidos, Rusia, o los países del Golfo, acompañados en algunas propuestas por gigantes emergentes como China o la India.

Estas naciones abogan por centrar menos la atención en la producción y más en la gestión adecuada de los desechos derivados del uso de los plásticos, unos materiales omnipresentes en la sociedad contemporánea y cuyo uso en lugar de otras alternativas abarata costes en numerosas actividades humanas.

Los principales escollos en el actual borrador a negociar, todavía muy provisional, parecen girar en torno al artículo seis, que se refiere precisamente a las limitaciones a la producción, y en la lista de sustancias químicas a prohibir que debería figurar en el artículo tres.

La lista del actual borrador, aún sujeto a posibles cambios en todas sus páginas, incluye desde bolsas, cubiertos y pajitas de plástico a juguetes y determinados complementos para el maquillaje.

Otro tema a debate es el de cómo y quién financiará los posibles costes derivados de la eventual eliminación de determinados plásticos nocivos, de la creación de órganos supervisores del cumplimiento del tratado, o para compensar determinados países cuyas economías se vean perjudicadas.

Presión de científicos y ONG

Con el fin de añadir presión a las negociaciones, organizaciones ambientales, artistas y activistas han llevado a cabo ya distintos actos reivindicativos sobre la importancia de reducir el consumo de plásticos en Ginebra, y la comunidad científica también está aumentando sus alertas sobre los peligros de estos materiales.

Este mismo lunes, distintas instituciones investigadoras han colaborado en un artículo publicado en la revista médica The Lancet donde recuerdan lo nocivo de estos materiales, que causan pérdidas económicas relacionadas con la salud supriores a 1,5 billones de dólares anuales.

Subrayan, entre otros puntos, que se ha probado la presencia de microplásticos en pulmones, riñones, cerebro, la sangre o el semen, y señalan que aunque se necesitan más investigaciones para comprender los efectos concretos de esto sobre la salud, se justifica un enfoque precautorio.

Muchos observadores alertan de que de no lograrse un acuerdo en Ginebra y mantenerse el actual ritmo de consumo, la producción de plástico casi se triplicaría hacia 2060.