Gran Canaria detecta 191 mujeres víctimas de multilación genital desde 2020

En cinco años, los servicios sanitarios de Gran Canaria han detectado 191 casos de mujeres, también menores, supervivientes de mutilación genital femenina (MGF), procedentes de países con alta prevalencia, como Nigeria, Somalia, Guinea Conakry, Guinea-Bisáu y Costa de Marfil. EFE/Marta Pérez.

Las Palmas de Gran Canaria, 2 sep (EFE).- En cinco años, los servicios sanitarios de Gran Canaria han detectado 191 casos de mujeres, también menores, supervivientes de mutilación genital femenina (MGF), procedentes de países con alta prevalencia, como Nigeria, Somalia, Guinea Conakry, Guinea-Bisáu y Costa de Marfil.

Los profesionales que las atienden temen, sin embargo, que sean más, puesto que existe una comunidad mauritana, país en el que cerca del 65 % de las mujeres de entre 15 y 49 años son supervivientes de mutilación genital femenina, asentada desde hace décadas en las islas, a las que los profesionales sanitarios no les han hecho esa pregunta.

Son los datos que Artemi Dámaso, matrona de la Gerencia de Atención Primaria de Gran Canaria, ha expuesto en la mesa precongresual de la XLIII Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología y XX Congresso da Associação Portuguesa de Epidemiologia (APE) dedicada a Salud y Migración.

En una conversación previa con EFE este martes, la matrona ha explicado que fue en 2020, con el estallido de la pandemia de covid-19, cuando los profesionales sanitarios comenzaron una estrategia de acercamiento a las personas migrantes como nunca antes se había hecho «en la historia sanitaria de Canarias», de la que forma parte la pregunta sobre la mutilación.

El resultado fue que muchas respondieron afirmativamente, lo que les llevó a querer profundizar en el acompañamiento a estas mujeres para darles mejor respuesta a sus necesidades; de este modo nació la primera guía de asistencia, realizada por personal del servicio canario de salud, en colaboración con distintas asociaciones de mujeres africanas como Dimbe.

Lo peor es que estas mujeres suelen ser víctimas de otras muchas violencias: sexual, de género, de explotación económica o de trata, tantas que para ellas lo de menos es haber sido mutiladas.

Aunque la «gran asignatura pendiente» es contar con un protocolo, de momento esa guía sirve a los profesionales para aprender cómo hacer una pregunta incómoda para las mujeres y para ellos y para conocer sus necesidades específicas y la sintomatología asociada a la MGF.

«Es muy habitual que tengan incontinencia, infección de orina, además de ausencia de placer y dolor durante la relaciones sexuales, y muchas de ellas tienen dolores muy intensos durante la menstruación», enumera. Aunque algunos se pueden mitigar con tratamientos como fisioterapia, estas afecciones se cronifican.

Las mujeres reciben positivamente el tratamiento, pero es difícil seguirlas, pues para muchas su destino final no es Canarias y emigran a otros países.

Otro problema adicional es la barrera idiomática y cultural, de ahí que la matrona incida en la importancia de contar con mediadores culturales que facilite los procesos de asistencia.

«Muchas veces hay un desconocimiento del funcionamiento del propio sistema, de la concepción que tenemos nosotros y que tienen ellas de lo que es la salud y la enfermedad, por lo que tener a alguien que facilite esos procesos es enormemente importante», abunda.

Alrededor de 200 millones de mujeres han sobrevivido a una mutilación, pero las realidades son muy diversas, y hay desde quienes lo han naturalizado y lo defienden, a las que están huyendo de esas circunstancias para evitar que a sus hijas se les practique.

De ahí la importancia de que los profesionales sanitarios se sensibilicen y se «sientan con la legitimidad de preguntarle, valorar si tienen problemas asociados y poder comenzar a trabajar con ellas», concluye.