Ana Burgueño

San Sebastián, 25 sep (EFE).- El cineasta José Luis Guerín traza en ‘Historias del buen valle’, documental que compite por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, un hermoso retrato humanista del barrio barcelonés de Vallbona, de un microcosmos multicultural que contiene el mundo.
Son gentes que hablan, cantan, se emocionan, ríen o discuten con naturalidad ante una cámara que parecen ignorar y les trata con cariño. ‘Solo sé filmar a través del afecto, no sería capaz de filmar a mi enemigo. Busco formas de filmar la monstruosidad, pero no podría filmar al monstruo», ha asegurado Guerín (Barcelona, 1960) en rueda de prensa.
El cineasta, que regresa a la Sección Oficial del certamen donostiarra veinticinco años después de ganar con ‘En construcción’ el Premio Especial del Jurado y el Fipresci de la crítica internacional, inició este proyecto como el encargo de un museo pero, al rodar en súper 8 y en blanco y negro las imágenes destinadas a ese fin, ya se despertó en él el deseo de «apropiarse» de todo ello a través de su propia mirada.
De ese barrio «invisibilizado», en el que conviven payeses originarios y familias llegadas del sur durante la posguerra con la nueva migración procedente de América, África y el este de Europa, es donde ha rodado una película universal, donde fluyen las filosofías de vida de quienes abandonaron sus lugares de origen buscando algo mejor.
«Vallbona puede contener las grandes metáforas del mundo, la gentrificación, la especulación inmobiliaria, la inmigración, el cambio climático, los conflictos identitarios, puede ser una caja de resonancia de algo amplio», ha explicado.
Él, ha añadido, buscaba dar «la imagen justa» de Vallbona, de los diferentes estratos del barrio, desde los primeros habitantes a otras generaciones y a personajes que representan problemáticas distintas.
Para Guerín, es «fascinante» mirar esa suma de memorias y a la vez que sea la mirada de esas personas la que «dicte las decisiones estéticas» de la película.
«En este barrio era muy difícil ver las cosas si no era a través de las miradas de sus personajes. Así como en ‘En construcción’ la elocuencia estaba en la calle, en Vallbona las cosas no se dejan ver si no es a través de ciertas miradas», ha asegurado el cineasta al que acompañaba el director Jonás Trueba, amigo y además coproductor en este caso.
Trueba le dio el apoyo que no encontró en Cataluña para sacar adelante el documental, que también cuenta con la producción de la francesa Perspective Films con la que ha trabajado en otras ocasiones.
Algunos de los vecinos del barrio han viajado a San Sebastián para ver el documental en el pase de estreno de esta noche. Ninguno lo ha visto aún pero, a quienes han querido, Guerín les ha mostrado «las secuencias que les atañen a cada uno». Otros han preferido esperar a verlo acabado.
«Tengo muchas ganas de tener sus miradas», ha asegurado el realizador barcelonés, para quien el cine es «artesanía pura» y que prologa sus ‘Historias del buen valle’ con esas imágenes en blanco y negro del encargo museístico que formaba parte de un proyecto sobre barrios desfavorecidos de Barcelona.
En su ciudad, permanece un barrio que creció con la edificación clandestina y que ahora está «reformulando su identidad», una «isla» en la naturaleza separada por las vías del tren, el río y la carretera, un lugar, como dice una vecina en la película, donde trasplantan vegetales y frutos como ellos fueron trasplantados un día allí.