Guillermo Barros Schelotto acepta el reto de dirigir a Vélez, un campeón en problemas

Fotografía de archivo fechada el 24 de mayo de 2022 de Guillermo Barros Schelotto. EFE/Nathalia Aguilar/ARCHIVO

Buenos Aires, 11 mar (EFE).- Vélez Sarsfield, que hace 86 días tocó el cielo al conquistar el Torneo de la Liga Profesional del fútbol argentino pero desde entonces cayó al infierno al enlazar malos resultados y perder dos entrenadores, obtuvo este martes el sí de Guillermo Barros Schelotto y la promesa de cambiar el rumbo.

La prensa deportiva argentina afirma hoy que Vélez Sarsfield ha logrado un acuerdo con el técnico por un año con opción de dos más.

El equipo del barrio bonaerense de Liniers se deshizo de Sebastián Domínguez tras la derrota ante Huracán en el estadio José Amalfitani en la octava fecha del torneo Apertura y desde entonces encomendó el manejo de la plantilla a un referente de la entidad, el técnico de la reserva Marcelo Bravo.

De 51 años y con brillante pasado en Boca Juniors como delantero y y entrenador, Barros Schelotto llegará al Fortín en un momento delicado, pues el equipo no volvió a ser el mismo tras alzar el título, el 15 de diciembre, y en la actualidad cierra la zona B.

Barros Schelotto no dirige desde septiembre de 2023, cuando fue sustituido del mando de la selección de Paraguay a la que dirigió durante 17 partidos con un magro saldo de 4 victorias, 9 empates y 9 derrotas.

Antes, dirigió en Estados Unidos, donde actualmente reside, a Los Angeles Galaxy y tras dos temporadas dejó un balance de 23 triunfos, 8 empates y 31 derrotas al cabo de 62 encuentros.

En su tercera experiencia como entrenador en el fútbol argentino, pues su auspicioso debut se produjo en Lanús, Guillermo estará de nuevo acompañado por Gustavo, su hermano mellizo.

La fórmula familiar llevó al Granate a la conquista de la Copa Sudamericana de 2013.

Tras un fugaz paso por el Palermo italiano, interrumpido al cabo de cuatro partidos por dificultades para obtener la licencia de trabajo, Guillermo Barros Schelotto llegó al banquillo de Boca Juniors, donde extendió la luna de miel con la hinchada al ganar dos torneos largos consecutivos, 2016-2017 y 2017-2018.

Pero la consagración plena quedó aplazada cuando vio perder al Xeneize desde el otro lado de la línea de cal, la extraordinaria final de la Copa Libertadores de 2018 jugada en Madrid nada más que ante su más enconado rival, River Plate.