Hábil, tenaz o inteligente: todas las caras de un gran depredador en ‘Territorio Lobo’

El fotógrafo Andoni Canela ha recorrido durante cinco años hasta quince provincias españolas a la búsqueda del lobo (Canis lupus), animal marcado por la conflictividad que genera, para poder plasmar en su libro gráfico, ‘Territorio Lobo’, todas las caras de este depredador que representa "el espíritu salvaje de la naturaleza". Irene Morante

Madrid, 23 (EFE).- El fotógrafo Andoni Canela ha recorrido durante cinco años hasta quince provincias españolas a la búsqueda del lobo (Canis lupus), animal marcado por la conflictividad que genera, para poder plasmar en su libro gráfico, ‘Territorio Lobo’, todas las caras de este depredador que representa “el espíritu salvaje de la naturaleza”.

Desde Galicia, Asturias o Cantabria hasta Castilla y León y Madrid, Canela ha seguido la pista de esta especie que ha logrado sobrevivir y recuperarse a pesar de que durante los años setenta del siglo pasado quedó arrinconada en la esquina noroeste peninsular con su población en mínimos, “se estima que quedaban unos 300 o 400 lobos en total”, explica Canela en entrevista con EFE.

En la actualidad, se calcula que existen unas 300 manadas, con una media de unos siete ejemplares cada una.

Parecido al humano

A lo largo del libro, el fotógrafo navarro atribuye al lobo una serie de adjetivos que lo acercan sorprendentemente al ser humano: “es inteligente, adaptable, social, expresivo, familiar, tenaz…, todo eso, el hombre también”.

Los lobos conocen muy bien su territorio y “pueden desaparecer cuando quieran” porque “saben moverse por sitios donde nadie los detectaría”, asegura Canela quien, desde que fotografió por primera vez a este cánido hace ya 30 años, lo ha comprobado en numerosas ocasiones.

La mayoría de instantáneas del libro fueron tomadas a distancias de 200 a 300 metros, “como dos o tres campos de fútbol”, aunque en alguna ocasión se ha topado con un ejemplar a apenas dos metros.

Si el viento a favor no transmite el olor humano y no se hace ruido, es posible acercarse a él “pero en tres segundos desaparece”, certifica, en unos encuentros tan cercanos que “son visto y no visto”, una experiencia “emocionante, intensa” que no dura porque este animal rehuye la presencia humana.

Lo realmente excepcional, según el fotógrafo, no es la cercanía, sino la posibilidad de “entrar en la intimidad de un animal que lleva sobreviviendo durante milenios” y observar cómo juegan sus cachorros, cómo la madre enseña los colmillos o regurgita la comida para los lobeznos o cómo impone su autoridad el macho alfa, tal cual reflejan algunas de las imágenes del libro: entonces, “te sientes con una mirada privilegiada”.

El conflicto con el lobo

‘Territorio Lobo’ también aborda la conflictividad que acompaña a la especie y que ha vuelto a resurgir esta misma semana cuando el Congreso de los Diputados aprobaba una normativa que permitirá su salida del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) y su caza legal al norte del río Duero.

Se trata de un animal “venerado desde un entorno más de ciudad” porque en el mundo rural ha sido más bien acusado como “culpable de todos sus males, sobre todo en la ganadería”, cuando la realidad “no es tan sencillo”, comenta el fotógrafo.

Si bien los ataques del lobo al ganado -potros, terneros y ovejas- son una realidad en algunas zonas de la península, “el problema no es uniforme en todo el territorio ni es la única cuestión que afecta a la ganadería”.

No obstante, aunque en algunas regiones su situación sigue siendo delicada, en otras donde ya había desaparecido no sólo ha regresado sino que su presencia ha crecido y se encuentra en buenas condiciones.

“La esencia del lobo es ser un cazador”, explica Canela, y por ello en áreas con abundancia de presas silvestres, como ciervos o jabalíes, su impacto en la ganadería es menor pero en aquéllas donde escasean surge el conflicto.

Ante esta realidad, insiste en que “la clave no es eliminar al lobo, sino gestionar la convivencia mediante medidas de prevención y compensación”.

Sobre la salida del LESPRE, estima que “si se establecen controles que sean estrictos, justificados y aplicados sólo en casos concretos, no debería suponer un problema para la supervivencia del lobo”.

“En el siglo XXI deberíamos poder coexistir con él”, concluye el fotógrafo, recordando que, pese a su faceta oportunista, sigue siendo una especie “excepcional”.