Redacción Ciencia, 23 may (EFE).- El uso de plantas psicoactivas en la Antigüedad está ampliamente documentado desde el Mediterráneo hasta Asia, con plantas como la adormidera (de la que se extrae opio) o el cannabis, que se utilizaban en ritos sagrados. Y en América, los pueblos precolombinos empleaban peyote y hongos.
Ahora, una nueva investigación publicada este viernes en la revista ‘Communications Biology’ da cuenta del uso más antiguo conocido de Peganum harmala, una planta medicinal psicoactiva, conocida comúnmente como “ruda siria” o “harmal”, y usada como incienso o para inhalar.
El estudio demuestra que en Arabia, hace casi 2.700 años (en la Edad de Hierro) usaban deliberadamente estas plantas autóctonas por sus propiedades bioactivas y psicoactivas, un hallazgo que ofrece una visión sin precedentes de las primeras prácticas terapéuticas y sensoriales árabes.
Dirigido por Barbara Huber, del Instituto Max Planck de Geoantropología, de Alemania, y Marta Luciani, de la Universidad de Viena (Austria), el estudio ha contado con la colaboración de la Comisión del Patrimonio del Ministerio de Cultura saudí.
El equipo halló restos orgánicos de “harmal” en el interior de vasijas de fumigación de la Edad de Hierro que se encontraron en el yacimiento del oasis de Qurayyah, en el noroeste de Arabia Saudí, un lugar conocido en la antigüedad por sus vasijas de cerámica decorada.
Con técnicas avanzadas de elaboración de perfiles metabólicos, analizaron los residuos orgánicos que se habían conservado en el interior de esos recipientes que son “una prueba química de la primera combustión conocida de ´harmal´, no sólo en Arabia, sino en todo el mundo”, destaca Huber, autora principal del estudio.
“Nuestro descubrimiento arroja luz sobre cómo las comunidades antiguas recurrían al conocimiento tradicional de las plantas y a su farmacopea local para cuidar su salud, purificar los espacios y, potencialmente, desencadenar efectos psicoactivos”, añade.
Muestras de alcaloides
El estudio empleó cromatografía líquida de alto rendimiento-espectrometría de masas en tándem (HPLC-MS/MS), una potente técnica analítica que permite detectar los alcaloides característicos de la harmala incluso en muestras diminutas y degradadas.
“La integración del análisis biomolecular con la arqueología nos ha permitido identificar no sólo qué tipo de plantas utilizaba la gente, sino también dónde, cómo y por qué”, afirma Luciani, directora de las excavaciones de Qurayyah y arqueóloga de la Universidad de Viena.
“Estamos accediendo a prácticas basadas en plantas que eran fundamentales en la vida cotidiana pero que rara vez se conservan en el registro arqueológico”.
Conocida por sus propiedades antibacterianas, psicoactivas y terapéuticas, Peganum harmala se sigue usando hoy en día en la medicina tradicional y en prácticas de fumigación doméstica en la región, y para ahuyentar el mal de ojo. Los nuevos hallazgos subrayan su antigua importancia cultural y medicinal.
“Este descubrimiento muestra las profundas raíces históricas de las prácticas tradicionales de curación y fumigación en Arabia”, añade Ahmed M. Abualhassan, codirector de la Comisión del Patrimonio del proyecto Qurayyah.
“Estamos preservando no sólo objetos, sino el patrimonio cultural inmaterial de conocimientos antiguos que siguen siendo relevantes en las comunidades locales hoy en día”, apunta.
Los autores subrayan que las implicaciones del estudio van más allá de la arqueología y abarcan campos como la etnobotánica, la antropología médica, los estudios sobre el patrimonio y la farmacognosia, todos ellos relacionados con la relación a largo plazo entre los seres humanos, las plantas medicinales y los recursos naturales. EFE
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