Puerto Príncipe, 29 sep (EFE).- El mandato de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) en Haití, liderada por Kenia, concluye este 2 de octubre en un clima de creciente incertidumbre en el país caribeño, sumido en una crisis que no hace más que agravarse por la violencia que imponen las sangrientas bandas armadas que controlan el 90 % de la capital de esta empobrecida nación.
El futuro de la MSS será debatido este martes en las Naciones Unidas, foro donde el presidente de turno del Consejo Presidencial de Transición de Haití (CPT), Laurent Saint-Cyr, llamó el pasado jueves a la comunidad internacional a actuar de manera «fuerte e inmediata» ante la grave crisis que sufre su país que, según dijo, vive una guerra entre las bandas y la población.
En ese mismo escenario, Saint-Cyr expresó su apoyo al proyecto de resolución presentado por Panamá y Estados Unidos para transformar la MSS en una fuerza para combatir a las bandas armadas, compuesta por 5.500 efectivos y que estaría facultada para enfrentar por la fuerza a las pandillas.
La MSS fue aprobada en 2023 y entró en acción en 2024, para apoyar a la Policía Nacional de Haití, y en la actualidad está conformado por unos mil efectivos, la mayoría de ellos kenianos.
Criminalidad se mantiene pese a esfuerzos institucionales
El primer contingente de la MSS, compuesto por 400 policías kenianos, llegó a Puerto Príncipe el 25 de junio del año pasado, pero quince meses después la misión no ha logrado recuperar ningún territorio controlado por las bandas a pesar de las diversas y múltiples operaciones en contra de sus líderes, cuyas acciones han provocado el desplazamiento interno de más de 1,3 millones de personas.
Durante la presencia de la fuerza multinacional las bandas se han hecho con aún más territorio en ciudades estratégicas, como Artibonite y el departamento del Centro, totalmente bajo el control de pandilleros que matan, masacran, roban y violan con total impunidad.
Lejos de las previsiones de 2.500 soldados necesarios y prometidos, la MMS cuenta en sus filas con solo un millar de oficiales que se enfrentan a una falta de medios y de apoyo internacional.
«Su coraje (de la MSS) y nuestros propios recursos no han podido contener la crisis de seguridad» admitió el propio Saint-Cyr el pasado jueves en la ONU, ante la que explicó que su administración ha aumentado en un 40 % el presupuesto de las fuerzas de seguridad y reclutado nuevas promociones, reforzado los efectivos y las adquisiciones de material y equipamiento.
La misión, por su parte, ha dicho que «se enorgullece de constatar los progresos realizados hasta la fecha, avances que dan testimonio de nuestro compromiso colectivo en favor de la paz y la estabilidad en Haití», según escribió este mismo mes en su página de Facebook.
Haití registró un aumento del 24 % en los homicidios intencionados durante los primeros seis meses del año y totaliza 4.026 asesinatos en este lapso, de acuerdo con datos de la ONU.
Pacificar Haití para celebrar elecciones
El principal desafío sigue siendo crear las condiciones de seguridad para celebrar las aplazadas elecciones generales en Haití, donde los últimos comicios tuvieron lugar entre 2015 y 2016, durante un período de transición, que terminó con la elección de Jovenel Moïse, quien asumió el cargo el 7 de febrero de 2017.
Hace más de cuatro años que el Consejo Superior Judicial de Haití puso fin al mandato del presidente Jovenel Moïse, en medio de manifestaciones de la oposición para que dimitiera porque aseguraban que su administración ya había terminado mientras que el mandatario, asesinato cinco meses después, sostenía que su gestión concluía en 2022 en base a sus interpretaciones de la Constitución.
«El pueblo haitiano debe poder elegir a sus dirigentes. El Estado quiere organizar unas elecciones creíbles», admitió Saint-Cyr en su discurso ante la ONU.
El mayor obstáculo, reconoció, «sigue siendo el restablecimiento de la seguridad».