Henry Marsh, neurocirujano: «Solo recuerdo mis fracasos, no mis operaciones exitosas»

El neurocirujano inglés Henry Thomas Marsh en una visita al Hospital de Valdecilla de Santander donde este jueves impartió una conferencia sobre las historias de vida de los pacientes, basada en sus libros. Henry Marsh asegura que, a pesar de que haya gente que le deba su vida, solo recuerda sus fracasos laborales y no sus operaciones exitosas y considera que eso también puede ayudar a las generaciones futuras a ser médicos mejores. EFE/Román G. Aguilera

Eva García González

Santander, 26 sep (EFE).- El neurocirujano inglés Henry Thomas Marsh asegura que a pesar de que haya gente que le deba su vida, solo recuerda sus fracasos laborales y no sus operaciones exitosas, y considera que eso también puede ayudar a las generaciones futuras a ser médicos mejores.

En una entrevista con EFE en el Hospital de Valdecilla, de Santander, donde ha impartido este jueves una conferencia sobre las historias de vida de los pacientes, basada en uno de sus libros, Marsh reconoce que recordar a quien ha tratado pero que ha muerto o sufrido por su culpa es el precio que hay que pagar en su profesión.

«Como neurocirujano haces cosas maravillosas y hay muchas familias y personas que me deben la vida. Es un privilegio fantástico que tenemos los médicos pero tiene un precio, el del fracaso, y el reto moral es utilizar ese fracaso para ayudar a la próxima generación de médicos a ser mejores», asegura.

Tras su jubilación como cirujano hace siete años, Marsh viaja por el mundo impartiendo conferencias como la de Santander, para hacer entender a la gente y a los propios médicos que «son seres humanos falibles», que cometen errores y que deben aprender de ellos.

Admitir los errores

El neurocirujano inglés Henry Thomas Marsh en una visita al Hospital de Valdecilla de Santander donde este jueves impartió una conferencia sobre las historias de vida de los pacientes, basada en sus libros. Henry Marsh asegura que, a pesar de que haya gente que le deba su vida, solo recuerda sus fracasos laborales y no sus operaciones exitosas y considera que eso también puede ayudar a las generaciones futuras a ser médicos mejores. EFE/Román G. Aguilera

«En la vida se aprende más de los fracasos que de los éxitos», asegura, y por ello, y porque se aburre fácilmente, siente la vocación de enseñar a otros colegas más jóvenes a que hay que admitir los errores que se cometen, porque «solo así se puede hacer una medicina más segura».

Asegura que en la mayoría de congresos y conferencias médicas «no hay más que cirujanos poniéndose de pie y hablando de lo buenos que son y de lo exitosos que son», y reconoce que esa cultura de los médicos de fingir que todo está bien, no le gusta.

«¿Cómo podemos crear una cultura en la medicina en la que seamos honestos y abiertos respecto a los errores para aprender de ellos sin destruir la confianza de nuestros pacientes en lo que hacemos?», plantea, y explica que esa es la retórica que centra sus conferencias.

El neurocirujano considera que los pacientes cada vez confían menos en los médicos y eso es algo que hay que «renegociar», y opina que el problema parte de que cuando los médicos se equivocan, los pacientes sufren daños.

En sus conferencias, Marsh compara el fracaso de un piloto de avión con el de un médico para ilustrar que, si los pilotos cometen un error, ellos mismos mueren también, pero si un médico comete un error, el paciente puede morir, pero el médico no.

«Nos enfrentamos al problema moral y ético de qué hacer con el hecho de que hemos cometido un error. Si el piloto muere es más fácil. Pero, como cirujanos, tenemos que aceptar el hecho de que hemos cometido un error y decidir qué haremos al respecto. Y eso es muy difícil», subraya.

Mismo sufrimiento

El médico, que también tiene formación universitaria en economía, política y filosofía, considera que ser médico es un gran privilegio porque al llegar a casa «no dudas del significado y el valor de lo que haces».

«La ética médica dice que todos los pacientes son iguales y el sufrimiento es el mismo. Y en una época con crecientes nacionalismos y políticas de derecha, creo que la ética médica de que lo que tenemos en común es nuestro sufrimiento, es muy importante», ha reivindicado.

Marsh decidió ser médico porque quería «ser útil» y porque sus padres le inculcaron la ética de que «hay que ayudar a las personas para hacer del mundo un lugar mejor», además de porque le gusta usar sus manos, señala.

«No me arrepiento de nada. Creo que he tenido mucha suerte de tener la carrera que he tenido», reconoce el médico, que ahora decide compartir su visión de la ética médica con las nuevas generaciones de neurocirujanos.