Ian Gibson: El día más extraordinario de mi vida como biógrafo fue la entrevista a Dalí

Portada de la novela gráfica 'La vida incombustible de Salvador Dalí', de Planeta Cómic. EFE

Begoña Fernández

Madrid, 4 jun (EFE).- Al hispanista Ian Gibson le hubiera gustado vivir en el Madrid de los años 20 para conocer a Salvador Dalí en la Residencia de Estudiantes, porque le caía bien el Dalí joven, revolucionario y sacrílego, que le concedió una única entrevista en 1986, tres años antes de morir, y que supuso para Gibson «el día más extraordinario» de su vida.

En una entrevista con EFE, Gibson, que acaba de publicar, junto al dibujante Quique Palomo, la novela gráfica ‘La vida incombustible de Salvador Dalí’, de Planeta Cómic, subraya la «confusión total» del pintor, su sospecha de padecer paranoia y su miedo a ser homosexual, y que se volvió católico y entusiasta del franquismo, dispuesto a ser el pintor de cámara del dictador con tal de regresar a España, a su casa, al cabo de Creus.

Y es que el pintor supo de adulto que su abuelo Gal Dalí se suicidó con 36 años, tras desarrollar una paranoia persecutoria, y toda su vida temió desarrollar esa tendencia que, además, Sigmund Freud, a quien leía con entusiasmo, consideraba «una defensa contra la homosexualidad».

Gibson reconoce que con Lorca, de quien es el biógrafo número uno, nunca hubo dudas, la conexión fue inmediata por su genialidad, pero Dalí era sobre todo el personaje: «Hubo un momento en que él mismo no sabía si era la máscara, o si había algo debajo de la máscara».

Cuando le concedió la entrevista, la única pese a su trabajo como biógrafo, Gibson admite que fue amable, pese a su estado demacrado y lleno de tubos, donde una sonda gastronasal le impedía hablar con claridad.

«Me reconoció que fue incapaz de corresponder a Lorca»

La novela gráfica 'La vida incombustible de Salvador Dalí', de Planeta Cómic. EFE

Y en esa entrevista, tal como recoge el cómic e ilustra Quique Palomo con pasión, Dalí revela a Gibson, por primera vez en su vida, que Lorca sintió por él «un intenso amor físico, nada de amor platónico», que hubiera querido corresponder, pero fue «incapaz».

Gibson reconoce que su fascinación por investigar la vida del pintor nace de una identificación con su infancia.

Dalí era el segundo hijo de la familia. Nació nueve meses después de la muerte de su hermano (también Salvador), y la foto del hermano muerto en el dormitorio de su madre afectó a su personalidad.

Gibson también tuvo que rivalizar en atención con un hermano mayor, el preferido de la familia, que provocó en él una naturaleza rebelde, en la que al igual el pintor quería llegar a la fama, que si bien no le llegó por la parte creativa, sí descubrió su talento: «La investigación».

«No presumo de ser un novelista, pero sí de ser un biógrafo decente que trabaja bien», subraya.

Máxima de Dalí: Que se hable de uno, aunque sea bien

Imagen cedida de Ian Gibson. EFE

En la introducción al cómic, Palomo afirma que «si Dalí viviera en la actualidad, observaría con fascinación la eficacia de las metodologías de autopromoción que él comenzó a utilizar hace casi un siglo».

Y es que, recuerda Palomo, la máxima de Dalí era: «Lo importante es que se hable de uno, aunque sea para bien».

Este dibujante, que ha trabajado con Gibson en más obras, explica que la novela pasa por muchas variaciones en línea con «la continuidad muy discontinua» del artista, y por eso el cómic ofrece distintos estilos y hasta juega con el ‘collage’.

Las dos últimas páginas recogen la entrevista en un único color (rojo) para dar el máximo dramatismo al encuentro de Gibson con Dalí, una persona que está al final de su trayectoria.

«Trump es un ignorante que habla un inglés pésimo»

Gibson también se refiere a la actualidad política y a los ataques de la administración Trump a la cultura. El historiador dice desconocer cómo afectaría eso a Dalí, ya que «nunca expresó pasión por la democracia, tuvo su momento comunista, pero luego solo se interesaba por él mismo y por Gala».

Y como opinión personal, el autor arremete contra las políticas culturales de Trump a quien considera «un loco que debería estar en el manicomio, además de ser un megalómano y un ignorante que habla un inglés pésimo».

Ya en su papel de hispanista, Gibson considera un «insulto» que la administración Trump retirase el español de la web oficial cuando es parte de la cultura del país, con 60 millones de hispanohablantes.