Identifican los factores que explican la mortalidad de tiburones capturados por accidente

Fotografía de archivo de un tiburón pintarroja (Scyliorhinus canicula). EFE/Manuel Bruque

València, 19 sep (EFE).- Un equipo del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva (ICBiBE) de la Universitat de València (UV) ha identificado los principales factores que explican la mortalidad de tiburones capturados de forma accidental en la pesca de arrastre del Mediterráneo occidental.

En la investigación, realizada en colaboración con la asociación Catsharks para el estudio y la conservación de los elasmobranquios y sus ecosistemas, se han analizado 2.445 ejemplares de dos especies de pequeños tiburones muy comunes en el Mediterráneo: la pintarroja (Scyliorhinus canicula) y el olayo (Galeus melastomus).

Los resultados muestran que la mortalidad aumenta drásticamente cuando la temperatura atmosférica supera los 20 grados en el caso de la pintarroja –tiburón de aguas someras– y de los 16 grados en el caso del olayo, una especie de aguas profundas.

El riesgo también se incrementa cuando los ejemplares permanecen más de 15 minutos en cubierta, tiempo suficiente para que el agotamiento y la falta de oxígeno comprometan su recuperación, han informado este viernes desde la UV.

A ello se suma el tamaño corporal, ya que, según el artículo, los ejemplares más pequeños muestran una mayor vulnerabilidad al estrés fisiológico generado durante la captura.

«Apostar por prácticas que hagan compatible la actividad pesquera con la conservación es invertir en mares más resilientes y en un futuro sostenible tanto para la biodiversidad como para quienes dependen del mar», ha defendido David Ruiz-García, investigador del ICBiBE y autor principal de este estudio.

El también investigador de este instituto David March, coautor del estudio, ha apuntado que “conocer estos umbrales permite proponer medidas específicas para mejorar la supervivencia de los tiburones capturados accidentalmente».

El equipo propone una combinación de medidas preventivas, como la protección de áreas clave para juveniles mediante cierres espacio-temporales adaptados a los periodos de mayor riesgo; la modificación de los artes de pesca para aumentar su selectividad, o determinadas mejoras en el manejo a bordo, como por ejemplo la liberación rápida de los ejemplares o la reducción de su exposición a altas temperaturas.

«Trabajar en conjunto con el sector pesquero es esencial para que estas medidas se integren de forma efectiva y generen beneficios tanto para la conservación de los tiburones como para la actividad pesquera», ha señalado Claudio Barría, del Departamento de Biología funcional de la Universidad de Oviedo, cofirmante del trabajo.

La investigación, recientemente publicada en la revista Conservation Biology, se desarrolla en el marco del proyecto ECEME con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).