Madrid, 2 oct (EFE).- El director de cine Imanol Uribe siempre quiso hacer una película de espías y le llegó la oportunidad con ‘La sospecha de Sofía’, que se estrena en cines este viernes, aunque también tiene en mente dirigir un ‘western’ e incluso le gustaría dirigir una sobre Gaza, pero para esto último, dice, «no creo que quede tiempo».
«Llegaría tarde porque la mayoría de las películas tardan dos o tres años en hacerse y desgraciadamente no creo que les quede tanto tiempo. Es una brutalidad salvaje y te sientes impotente, muy poquito se puede hacer», afirma el director sobre Gaza en una entrevista con EFE con motivo de su nuevo estreno.
Si bien en su primera época, Uribe se centró en la situación sociopolítica en Euskadi con películas como ‘El proceso de Burgos’, ‘La fuga de Segovia’ o ‘Días contados’, que obtuvo ocho premios Goya y Concha de Oro en San Sebastián, luego se apartó de esa temática para hacer comedia, como ‘El rey pasmado’, e incluso cine negro.
Sobre su trabajo más inmediato, ‘La sospecha de Sofía’, explica que está basada en la novela del mismo nombre de Paloma Sánchez-Garnica, pero es una adaptación «muy libre» que mira más al espionaje, un tema que le apasiona.
Los actores Álex González y Aura Garrido encarnan a Daniel y Sofía, una pareja cuya vida se ve alterada cuando él recibe una carta en la que descubre que su madre no es la biológica y viaja a Berlín Este para conocerla.
Allí su hermano gemelo (Klaus) le arrebata su identidad y comienza un ‘thriller’ de espionaje con la KGB infiltrada en la España de Franco.
La historia discurre entre Madrid, París, Berlín oriental y occidental, en plena Guerra Fría, pero se ha rodado sin salir de España, en un radio de 200 kilómetros en torno a Madrid, gracias a las nuevas tecnologías.
Sánchez-Garnica abrumada tras la película: «Es mi novela»
El director confiesa que se sintió muy emocionado cuando la escritora, después de un primer visionado, calificó la película de «soberbia».
«No las tenía todas conmigo» admite Uribe. «Fue la primera en verla y cuando acabó la proyección, tenía lágrimas en los ojos. ‘Es mi novela’, me dijo. Nunca me había pasado algo parecido», recuerda el director.
Confiesa que la propuesta le llegó el año pasado el día de su cumpleaños con una llamada de Constantino Frade (hijo del productor José Frade), quien le envió un primer guión que le enganchó desde el principio.
Ese guión se trabajó y aunque se centra en el espionaje, también evoca la Europa dividida por el muro de Berlín, la España franquista y tardofranquista y la revolución de 1968 en París: «Es una época que he vivido».
El muro de Berlín se rodó en la base de Cuatro Vientos

El director reconoce que hoy día con las nuevas tecnologías se hacen «auténticas virguerías» y, por ejemplo, las escenas del muro de Berlín se rodaron en la base aérea de Cuatro Vientos.
Seis semanas tardó en rodar la película, un tiempo récord que agradece al cambio del celuloide al digital: «Para mí esto ha sido fantástico, antes había que hacer muchísimas tomas por si acaso, y eso ralentizaba el proceso. Ahora ruedas y a veces haces una única toma y eso facilita el trabajo, vas muy rápido».
El reto de la doble identidad
También sobre la película, y en sendas entrevistas con EFE, se han pronunciado los protagonistas.
Álex González había leído la novela y le gustaba, pero tenía curiosidad para saber cómo iban adaptarse a 95 minutos.
«La lección de Imanol con el guión y con el montaje ha sido brillante», afirma el actor, a quien también ha impactado la emoción de la escritora al ver la película.
Reconoce que hacer dos personajes (Daniel y Klaus) supuso un reto e incluso propuso a Uribe llevar una pequeña prótesis en la boca para que le ayudara con el lenguaje.
Pero el director se negó porque, explica González, la película se llama ‘La sospecha de Sofía’ y los personajes tenían que ser «la misma persona», «la diferencia debía ser muy sutil».
González desvela que había días que hacía los dos personajes: «Por la mañana era Klaus en Berlín Este y por la tarde era Daniel yendo a su despacho en Madrid».
Por su parte, Aurea Garrido subraya su empeño en que Sofía no cayese en el estereotipo de mujer sumisa, un ama de casa de la época, y por eso quería imprimirle una gran personalidad. «Es una mujer que se encara a su marido constantemente», adelanta.
Y así fue encontrando a Sofía, documentándose en la España de la época y la clase social a la que pertenecía la protagonista, la alta burguesía madrileña.
Begoña Fernández