Inti Raymi, la fiesta del Sol en Ecuador que pone a miles de guerreros a bailar y zapatear

Cientos de personas fueron captadas este martes, 24 de junio, durante la festividad del Inti Raymi (Fiesta del Sol, en quechua), en Cotacachi (Ecuador). EFE/José Jácome

Cotacachi (Ecuador), 24 jun (EFE).- El Inti Raymi (Fiesta del Sol, en quechua), la ancestral celebración de origen incaico que en el mundo andino conmemora el solsticio de junio y el inicio de la época de cosecha, volvió este martes a inundar las calles de la localidad de Cotacachi (Ecuador) y en torno a su plaza puso a bailar y zapatear a miles de guerreros llegados desde distintas comunidades.

La ‘Toma de la Plaza’ de Cotacachi, en la norteña provincia andina de Imbabura, prodigó colores, música, espíritu guerrero y culto al sol y a la madre tierra; en una festividad que reivindica las raíces de cada población originaria.

«Inti Raymi es una fiesta en agradecimiento a nuestra pachamama (madre tierra, en quechua) y al inicio de la cosecha», relata a EFE Santiago Ulloa, mientras lidera a su comunidad indígena, La Calera, a lo largo de una caminata de dos kilómetros hasta el epicentro del festejo.

El hombre, de 42 años, no tiene un trabajo fácil, pues debe asegurar que su colectivo mantenga el orden calle abajo. Mira a un lado y a otro, regaña a quienes no siguen el paso correctamente y controla la hora de tanto en tanto: «En una hora tenemos que estar abajo», anuncia.

Vestido con un poncho azul, sombrero negro y una lacia trenza color azabache, Ulloa mantiene la serenidad a la par que anima a la población a bailar, cantar y festejar en cada esquina.

A su lado, cientos de personas zapatean con fuerza contra el suelo mientras ondean los látigos, levantan los bastones y hacen sonar las caracolas. Ulloa sube a un altillo y habla a su comunidad en kichwa: «Dijo que vayamos tranquilos y que no haya peleas», traduce uno de los presentes a EFE.

Dentro del calendario agrícola andino, el Inti Raymi marca el inicio la cosecha de granos de la zona -como el maíz, el morocho o las habas- en la que cada una de las comunidades quiere dejar constancia de su fortaleza, persistencia, espíritu guerrero y sentido de unidad.

Una muestra de resistencia

Un grupo de músicos fue captado este martes, 24 de junio, durante la festividad del Inti Raymi (Fiesta del Sol, en quechua), en Cotacachi (Ecuador). EFE/José Jácome

Por ello, este martes, miles de personas de 48 comunidades originarias de las inmediaciones de Cotacachi descendieron a la peculiar ‘Toma de la Plaza’ para «demostrar su resistencia al poder político y eclesiástico, que siempre ha dominado a los pueblos», explica Alfonso Morales, responsable de coordinación de la municipalidad.

Los hombres portan sombreros de cartón prensado, pantalones de piel de cabra y látigos de madera y cuero de búfalo; una vestimenta que confeccionan durante todo el año hasta la esperada fiesta; la cita de los guerreros en defensa de sus tradiciones ancestrales.

Una vez en la plaza y bajo un abrasador sol andino, los guerreros bailan en círculos cerrados mientras, en el centro, las flautas de paz, armónicas y demás instrumentos tradicionales amenizan el festejo.

«Celebramos el cultivo, el renacimiento de las flores y también protestamos contra las iglesias. Antiguamente nos oprimieron y nos dieron ideologías que no eran nuestras. Esto es para mostrar nuestra identidad, para que nos escuchen», describe Jesús Flores, un joven de 22 años de la comunidad Cushcagua presente en la plaza.

Festividad con rivalidades vecinales

Un grupo de personas fue captado este martes, 24 de junio, durante la festividad del Inti Raymi (Fiesta del Sol, en quechua), en Cotacachi (Ecuador). EFE/José Jácome

Es ahí, en esa glorieta del encuentro, donde más de una vez se ha producido algún altercado. Este año apenas hubo alguna riña entre miembros de distintas comunidades, pero nada comparado a lo que ocurría antaño.

«Traían armas blancas y de fuego y había muertos», relata un agente de la Policía presente en el dispositivo de seguridad, «desde hace unos 5 años, y gracias a la colaboración de los presidentes de las comunidades, hay mucha menos violencia», añade el agente.

No obstante, y a pesar de tratarse de una festividad mayoritariamente masculina, los pueblos sacaron otro as bajo la manga para evitar los conflictos: las mujeres.

Luisa Moreno, capitana de la comunidad Cumbasconde, es una de las guardianas del orden: «Empezamos hace unos tres años», relata la joven, que explica que su misión es «evitar peleas y muertes», «controlar que no tomen mucho alcohol» y «llevarlos a casa».

Mientras, en las inmediaciones de la plaza, también hubo lugar para los curiosos: turistas, extranjeros y muchas cámaras de fotos hacían parte del festejo. «Me encanta», afirma Linda, una canadiense de 69 años que lleva más de seis viviendo en Cotacachi, «este lugar es perfecto».

Andrea Farnós