Israel marca 20 años de su «desconexión» de la Franja de Gaza decidido a volver a ocuparla

Veinte años después de que las autoridades israelíes ordenasen desmantelar los asentamientos judíos en la Franja de Gaza, toda la sociedad en Israel se ha radicalizado, explica en una entrevista el historiador y activista por la paz Meir Margalit.
EFE/Magda Gibelli

Jerusalén, 15 ago (EFE).- Este viernes se cumplen 20 años del comienzo de la «desconexión» entre Israel y la Franja de Gaza, el polémico plan del entonces primer ministro Ariel Sharon para evacuar los asentamientos israelíes y retirar al Ejército del pequeño enclave palestino.

Para muchos israelíes, la retirada unilateral fue un error histórico que permitió a Hamás hacerse con el control del territorio y culminó en los ataques del 7 de octubre de 2023, que dejaron unos 1.200 muertos en las comunidades fronterizas y 251 personas secuestradas.

Estos mismos israelíes celebran ahora el plan del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para ocupar la Franja, y esperan que traiga una nueva era de asentamientos en el enclave.

El plan de Sharon

Veinte años después de que las autoridades israelíes ordenasen desmantelar los asentamientos judíos en la Franja de Gaza, toda la sociedad en Israel se ha radicalizado, explica en una entrevista el historiador y activista por la paz Meir Margalit.
EFE/Magda Gibelli

El plan de Sharon para la salida de Gaza supuso el desmantelamiento de 21 asentamientos en los que vivían alrededor de 8.000 judíos.

La gran mayoría de estas colonias se encontraban más cerca del Mediterráneo que de la frontera con Israel, y asegurarlas requería la supervisión constante del Ejército israelí.

Con su «desconexión», Sharon liberaba fuerzas para afianzar el control israelí de Cisjordania, pero eso no impidió que la derecha en la época, y en especial los colonos que hoy forman el bloque ultraderechista que mantiene a Netanyahu en el poder, tildasen de «traidor» al mandatario.

El propio Netanyahu, que había sido primer ministro entre 1996 y 1999 y en 2005 ocupaba la cartera de Finanzas, dimitió de su puesto como ministro por el plan, aunque nunca llegó a articular su oposición a la retirada de forma clara, criticando en su lugar la manera de llevarla a cabo.

Trauma nacional

El desmantelamiento de las colonias no se llevó a cabo de manera pacífica y, durante días, los israelíes asistieron a imágenes, en las televisiones y los periódicos, de soldados arrastrando a familias de sus casas y enfrentándose a grupos de colonos atrincherados en sinagogas y tejados.

El trauma nacional que supuso para algunos ver estos episodios llevó a un grupo de excolonos a establecer, en 2008, el museo de Gush Katif, un pequeño centro en Jerusalén dedicado a celebrar el legado de aquellos 21 asentamientos.

En su interior, los visitantes aprenden que las exportaciones agrícolas de las colonias llegaron a facturar 25 millones de dólares anuales, o que más de cuatro millones de litros de leche salían de sus granjas cada año (aunque en ningún lugar se menciona a los miles de trabajadores palestinos que iban cada día a cultivar sus granjas e invernaderos).

Una cárcel a cielo abierto

En la prensa israelí de la época, todos los analistas coincidían en que el plan de «desconexión» traspasaba completamente la responsabilidad de la Franja de Gaza a los palestinos, que por primera vez en la historia eran dueños de su propio destino.

Pero lo cierto es que las sanciones internacionales y las restricciones israelíes a la entrada y salida de bienes y personas del territorio gazatí sumieron al territorio en un estado de pobreza perpetua, convirtiendo al enclave en una «cárcel a cielo abierto», según han denunciado ONG, expertos y políticos de todo el mundo.

Tras la victoria de Hamás, que protagonizó varios atentados suicidas durante la Segunda Intifada (2000-2005), en las elecciones legislativas palestinas de 2006, y su toma del poder por la fuerza en la Franja en 2007, tanto Israel como Egipto impusieron un bloqueo casi total al enclave.

El bloqueo fue aliviado en ocasiones a lo largo de los años para evitar un desastre humanitario en Gaza, pero nunca llegó a levantarse y, desde que comenzó la ofensiva israelí contra Hamás tras los ataques del 7 de octubre, se ha reforzado.

Ahora, con el plan de Netanyahu para controlar Gaza y entregársela a una entidad árabe que no incluya ni a Hamás ni a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Mahmud Abás, el destino de los palestinos vuelve a estar fuera de sus manos.