Japón, entre el olvido y el revisionismo de la II Guerra Mundial 80 años tras su rendición

Foto archivo. Emperador Japón. EFE.

Tokio, 14 ago (EFE).- Japón conmemorará este viernes el 80 aniversario de su rendición incondicional en la II Guerra Mundial, en un momento marcado por una nueve corriente de revisionismo histórico sobre el papel del país asiático en el conflicto y por el creciente desconocimiento del tema entre las nuevas generaciones.

El 15 de agosto de 1945 fue la fecha en la que el entonces emperador nipón, Hirohito, emitió un discurso radiofónico declarando la claudicación del país días después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, y con un balance bélico estimado en más de 2 millones de muertos contando únicamente militares y civiles nipones.

Se espera que, como cada año, en este 80 aniversario el emperador actual, Naruhito, y el primer ministro del país, Shigeru Ishiba, envíen un mensaje pacifista y de arrepentimiento por las acciones del país que desembocaron en el conflicto, durante la ceremonia que se celebrará el viernes en el estadio tokiota Budokan.

Pero el aniversario llega en pleno repunte del nacionalismo nipón, abanderado por el partido ultraconservador Sanseito, aspirante a acabar con lo que considera «una visión masoquista de la historia», lo cual, combinado con una menor concienciación entre los jóvenes y el contexto geopolítico de tensiones globales, dibuja un escenario inquietante para los expertos.

Amnesia y nostalgia tóxica

En una encuesta publicada esta semana por el diario Tokyo Shimbun entre 3.000 japonesas mayores de 18 años sobre la Gran Guerra de Asia Oriental o Guerra del Pacífico -enmarcada en la II Guerra Mundial-, el 42 % de los consultados consideró que fue «una guerra de agresión» por parte de Japón, mientras que un 12 % lo calificó como «un acto de autodefensa» y una mayoría del 44 % dijo no poder responder con certeza.

Estas cifras reflejan «un proceso natural de amnesia histórica transgeneracional» debido a la «lenta desaparición de los últimos japoneses que vivieron la guerra en primera persona», señaló el historiador Mordecai George Sheftall en una rueda de prensa organizada por el Club de Corresponsales Extranjeros de Japón.

Semejante contexto ha sido aprovechado por «políticos conservadores y burócratas» para «vaciar de contenido» programas educativos sobre los horrores de la guerra, «que durante las tres o cuatro décadas tras 1945 fueron un pilar central del currículo en la enseñanza primaria y secundaria».

La consecuencia es que muchos jóvenes japoneses de la actualidad «no saben casi nada de la guerra o de la historia reciente de su país, más allá de lo que pueden extraer de contenidos sensacionalistas como manga, series de TV, películas o contenido ‘clickbait’ en internet», afirma este profesor de la Universidad de Shizuoka y autor de libros sobre los ‘kamikaze’ e Hiroshima.

Esta ignorancia histórica «hace vulnerables a los más jóvenes al atractivo de una especie de nostalgia tóxica» que, según el historiador, en Japón toma la forma de una «tradición de la causa perdida» y comparable a la narrativa ‘conspiranoica’ de QAnon en Estados Unidos.

Según esa visión adulterada de la historia, Japón luchó la Gran Guerra de Asia Oriental «para liberar al continente del colonialismo occidental», y vio herido su orgullo nacional y su tradición e identidad guerreras «por la derrota infligida por los aliados con el apoyo de banqueros judíos y masones, que además le impusieron una Constitución pacifista y unos valores y referentes culturales que le son foráneos», explica el historiador.

Negacionismo y nacionalismo

El antes citado partido ultraconservador, cuyo espectacular ascenso en las recientes elecciones parlamentarias parciales de julio lo han posicionado como la cuarta mayor fuerza de la oposición tras ser uno de los más votados, ha flirteado con esa narrativa e incluso integra algunos de sus puntos en su programa político.

Sanseito propone, por ejemplo, reinstaurar el Rescripto Imperial sobre Educación, un texto promulgado en 1890 y abolido tras la II Guerra Mundial por ser considerado un símbolo del nacionalismo y del militarismo nipón, y que llamaba a promover en la enseñanza pública virtudes como la lealtad y la entrega de los «sujetos» del Imperio japonés ante el emperador.

Al igual que otras voces políticas de los sectores más nacionalistas del país, miembros del partido han negado que el Ejército nipón matara o empujara al suicidio a población civil local en Okinawa (sudoeste de Japón) y han cuestionado la masacre de Nanking (China), entre otros crímenes de guerra suficientemente documentados y atribuidos al Ejército Imperial nipón.

«La extrema derecha y los revisionistas históricos siempre han considerado la desmilitarización de Japón como una humillación nacional, una pérdida de soberanía y un castigo injusto. Esto continúa hoy día», dijo en este sentido el académico Koichi Nakano.

Para este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Sofía (Tokio), el revisionismo «no es algo exclusivo de Japón», sino una corriente en auge en todo el mundo.

«Y no se trata únicamente de un proceso inevitable de amnesia colectiva, sino que está altamente politizado», añade.

Antonio Hermosín Gandul