Tokio, 15 ago (EFE).- Japón expresó este viernes sus «remordimientos» y su voluntad de contribuir a un mundo en paz a través de las lecciones aprendidas durante la Segunda Guerra Mundial con motivo del 80 aniversario de su rendición, que marcó el fin de la contienda.
«Los remordimientos y las lecciones aprendidas de esa guerra deben quedar grabadas profundamente en nuestros corazones», declaró el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, durante su discurso en la ceremonia conmemorativa por las víctimas japonesas en esa guerra, que cifró en más de 3 millones de personas.
«Nunca olvidaremos, ni por un instante, que la paz y la prosperidad de hoy en nuestro país se construyeron sobre las valiosas vidas de quienes murieron en la guerra y sobre una historia de adversidades», dijo el mandatario nipón, que trasladó el compromiso del país asiático «de nunca más librar una guerra».
Durante la ceremonia, que arrancó en torno al mediodía con un minuto de silencio en el estadio Nippon Budokan de Tokio, Ishiba recordó a quienes cayeron en los campos de batalla, las víctimas de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki, las de los bombardeos aéreos y navales a diversas ciudad, y los de la batalla de Okinawa, una de las más emblemáticas y sangrientas del conflicto.
Unos 3.400 asistentes, entre representantes de la política nacional, familiares de los caídos y supervivientes, asistieron a la ceremonia de este año en una jornada calurosa en la capital nipona.
Es la primera vez en la que más de la mitad de los participantes nacieron después de la guerra, poniendo de manifiesto la urgencia de mantener vivos los testimonios de los envejecidos supervivientes.
El jefe del Ejecutivo japonés habló de la necesidad de transmitir los dolorosos recuerdos de la guerra a las nuevas generaciones para no repetir nunca sus horrores y «nunca más equivocarnos en el camino que recorremos».
En la misma línea, el emperador de Japón, Naruhito, acompañado por la emperatriz Masako, dijo haber afrontado su asistencia a la ceremonia de este año «con un profundo y renovado sentimiento de dolor» por las vidas perdidas y el desconsuelo aún latente en sus familiares.
«Al mirar al largo período de paz de la posguerra, reflexionando sobre nuestro pasado y con profundo arrepentimiento, espero sinceramente que los estragos de la guerra nunca más se repitan» y que «sigamos transmitiendo el recuerdo de los sufrimientos padecidos durante y después de la guerra» para que no se pierdan, agregó el emperador nipón.
Pese a la mención expresa al remordimiento por lo sucedido, ambos se abstuvieron de referirse a las agresiones perpetradas por Japón durante la guerra, en especial en países vecinos que llegó a colonizar durante décadas, como Corea, un tema espinoso cuyas heridas abiertas siguen siendo fuente de tensiones diplomáticas y sociales.
El primer ministro Ishiba optó, además, por no emitir una declaración conmemorativa expresa por el 80 aniversario de la efeméride, como sí hicieron sus predecesores cuando se cumplieron 50, 60 y 70 años de la rendición, unos textos minuciosamente estudiados por las naciones que sufrieron agresiones.
Japón conmemora el fin de la Segunda Guerra Mundial el 15 de agosto coincidiendo con el histórico anuncio de rendición por parte del entonces emperador Hirohito, un mensaje que fue retransmitido en radio en la que supuso la primera vez que se escuchó su voz públicamente, y que marcó de facto el final de la contienda.
Visitas a controvertido santuario
Horas antes de la celebración conmemorativa por la guerra, varias figuras políticas relevantes del país, entre ellas un miembro del Gabinete de Ishiba y otras del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), visitaron con motivo del aniversario el controvertido santuario Yasukuni de Tokio, fuente de fricción con países vecinos de Asia por sus vínculos militaristas.
Entre ellos estuvieron el ministro de Agricultura, Shinjiro Koizumi, considerado un potencial candidato a primer ministro y figura en auge dentro de la formación y entre la opinión pública, y su probable contendiente en una carrera interna por el liderazgo del partido, la exministra de Seguridad Económica Sanae Takaichi.
Esta es una práctica habitual entre los parlamentarios del país con motivo de este aniversario y varios festivales durante el año.
El primer ministro Ishiba envió una ofrenda ritual, algo habitual en los últimos doce años, pero se abstuvo de visitarlo. Ningún mandatario en funciones ha ido a Yasukuni desde que el fallecido Shinzo Abe dejara de hacerlo en 2013, instado por Estados Unidos.
En Yasukuni se honra a los caídos por Japón entre finales del siglo XIX y 1945, entre los que figuran 14 políticos y oficiales del ejército imperial condenados como criminales de guerra de clase A tras la Segunda Guerra Mundial, y las visitas de miembros del Gobierno suelen ser duramente críticas por los países vecinos.