Paco Aguado
Zaragoza, 5 oct (EFE).- El diestro leonés Javier Castaño se despidió hoy de los ruedos sin apenas gloria, suerte ni eco, al final de la corrida concurso de ganaderías colocada como segundo festejo de abono de la Feria del Pilar de Zaragoza y que resultó un absoluto vacío de casta y de espectáculo.
Después de 24 años de alternativa y de casi 400 paseíllos de matador en su estadística, Castaño se cortó la coleta cuando ya se vaciaban los tendidos del coso de la Misericordia.
Lo hizo tras un largo y plúmbeo festejo en el que la verdadera bravura brilló por su ausencia, por mucho que se hubiera diseñado un pomposo pero extraño concurso ganadero -incluso un área deportivamente delimitada para la suerte de varas- en el que hubo de todo en cuanto a presentación y encastes, aunque en realidad poco bueno.
De ahí que la retirada de un torero de valor reconocido como Castaño, que además volvió a torear tras superar en 2016 un cáncer testicular -su imagen vestido de luces y sin pelo para matar una corrida de Miura en Sevilla se hizo entonces viral-, no tuviera el mínimo de gloria y de reconocimiento que merecía su trayectoria.
El veterano torero, nacido en León pero hecho en Salamanca, se encontró en primer turno con un zancudo y cornalón toro de Concha y Sierra -dizque encaste Veragua- que, descastado y reservón, apenas siguió un mínimo los engaños, y luego con un cuarto ‘domecq’ de Julio de la Puerta, hondo y cornicorto, que apuntó nobleza pero, muy endeble de remos, fue incapaz de embestir.
Ante tan deslucido ‘material’, Castaño intentó tirar de su reconocido oficio para solventar esta tarde de su adiós. Y, tapándole la cara y sin pedirle más que el mínimo esfuerzo, aún logró robarle y ligarle algunos medios muletazos a uno, con un mérito que perdió premio por su fallo con la espada, pero tuvo que abreviar con el último de su carrera, que tuvo una endeblez que este torero apenas encontró en su camino con tantas corridas duras.
Pepe Moral, que sustituía a Rafaelillo, aún convaleciente de su serio percance en Sanfermines, tampoco tuvo enfrente nada con que lucirse, pues el bajo y acochinado cárdeno de Partido de Resina se desfondó por completo hasta rajarse descaradamente tras los tres sangrantes encuentros con el picador.
Y más o menos le sucedió con el quinto, un agalgado, flaco y terciado ‘contreras’ de Peñajara, a un mes de cumplir los seis años, que fue muy protestado y que se echó acobardado tras un larguísimo y absurdo tercio de varas de ‘concurso’, en el que se empeñaron en ponerle largo ante el peto, a pesar del evidente desinterés del animal.
A Gómez del Pilar, que ocupó en el cartel el puesto del también lesionado Antonio Ferrera, lo correspondieron, al menos, sendos toros de ciertas opciones, como las de uno de Villamarta muy hondo de cuartos traseros al que, en cambio, le faltó impulso en los traseros para poner más entrega en su movilidad.
Y a esa movilidad, aun sin clase, se agarró el toledano en una faena de altibajos, intentando acertar con las claves de un animal que pedía tal vez más suavidad en los toques y en el trazo, y no tanto aprovechar sus inercias.
Con todo, se le ovacionó una voluntad que ya no pondría con el sexto, un «graciliano» de Ignacio Pérez Tabernero que fue el único que descolgó unas embestidas ante las que Del Pilar dudó más de la cuenta.
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FICHA DEL FESTEJO:
Toros, en corrida concurso y en este orden, de Concha y Sierra, Partido de Resina, Villamarta, Julio de la Puerta, Peñajara e Ignacio Pérez Tabernero, de variados encastes y acusadamente desiguales en cuanto a cuajo, volumen, cabezas, seriedad y hasta edades, aunque con el denominador común de una acusada falta de juego, por descastamiento o flojedad.
El de Villamarta, con movilidad y sin clase, y el de Pérez Tabernero, que descolgó ante los engaños, ofrecieron unas mínimas opciones.
Javier Castaño, de teja y oro: seis pinchazos y descabello (silencio tras aviso); estocada perpendicular y descabello (silencio).
Pepe Moral, de tirita y oro, que sustituía a Rafaelillo: estocada tendida desprendida (silencio); pinchazo y media estocada baja (silencio).
Gómez del Pilar, de turquesa y oro, que sustituía a Antonio Ferrera: estocada caída (ovación); tres pinchazos y estocada trasera atravesada (silencio).
Entre las cuadrillas destacaron picando a segundo y tercero Juan Antonio Carbonell y Adrián Majada, respectivamente; Candelas y Antonio Vázquez saludaron tras banderillear al de Villamarta. Todos los premios en liza quedaron desiertos.
Segundo festejo de la Feria del Pilar, con fuerte viento en el exterior de la plaza cubierta, que registró algo más de un tercio de entrada (unos 4.000 espectadores). Tras el paseillo se guardó un minuto de silencio por la muerte de un operario de la plaza.