Jeremías Gamboa: «La educación en Perú está hecha para mantener la brecha social»

El escritor peruano Jeremías Gamboa. EFE/María Contreras/Penguin Random House

Magdalena Tsanis

Madrid, 30 sep (EFE).- Apadrinado por Mario Vargas Llosa y la agente del ‘boom’, Carmen Balcells, el escritor peruano Jeremías Gamboa entró en las grandes ligas de la literatura latinoamericana con su primera novela, ‘Contarlo todo’ (2013) y ahora regresa con la monumental ‘El principio del mundo’ (Alfaguara), una historia autobiográfica que desnuda el racismo y el clasismo en Perú.

La novela, de casi mil páginas y en la que ha trabajado durante más de una década, es también un homenaje a una «atípica» profesora de Primaria que supo ver su potencial de niño en una escuela pública «hecha para el fracaso»; y a sus padres, campesinos de Ayacucho emigrados a Lima en la década de los sesenta, que apostaron por una vida mejor para sus hijos.

«La educación en Perú está hecha para mantener la brecha social, como un mecanismo infalible de dominación y de perpetuación de las élites», ha dicho a EFE el escritor, que considera su caso una anomalía debida a esa profesora y a un padre excéntrico al que le dio por leer a autores como José María Arguedas, Manuel Scorza o Vargas Llosa.

«Ahora todo es una política lumpen, el Estado peruano ha sido tomado por esta emergencia sin educación; el fujimorismo, que es la derecha y el cerronismo, que es la izquierda, coinciden en no querer la reforma educativa porque eso les va a permitir seguir robando y todo lo que tú quieras».

«No es tu mamá, es el Perú»

Gamboa (Lima, 1975), que ejerció el periodismo durante más de una década, acababa de regresar de Estados Unidos, donde cursó un máster en la Universidad de Boulder (Colorado) y de publicar su primer libro de relatos, ‘Punto de fuga’ (2007), cuando aquella profesora que iba a desencadenar una nueva novela volvió a cruzarse en su vida.

Esperaba que el proyecto le llevara uno o dos años, pero la novela creció y creció -en medio publicó otra, ‘Animales luminosos’ (2021)- y tocó la espina dorsal de su desarraigo y de la herida que había detrás de ese bienintencionado mandato familiar que decía «vete, no seas como nosotros, sé alguien».

«Ese ‘sé alguien’ tiene implícito algo muy bestial que es ‘nosotros no somos nadie’ y vivir sintiendo que tus padres son nadie, es una cosa que genera un dolor psíquico muy particular», asegura.

Gamboa siempre obedeció, terminó el colegio y logró entrar en la Universidad de San Marcos, «la más pituca» que había en Lima. La experiencia, recuerda, fue «como bajar a Marte, una sensación de soledad y aislamiento total, de incapacidad de tener relaciones con nadie», de la que sólo le salvaron la literatura y 20 años de psicoanálisis.

«El psicoanalista me decía muchas veces: no es tu mamá, es el Perú», sostiene.

La voz de los «cholos»

La novela y su extensión tienen para Gamboa una dimensión política porque en Perú, afirma, siempre han escrito los privilegiados. Él se reivindica como «el hijo del mudo», en alusión a la antología de cuentos de Julio Ramón Ribeyro, ‘La palabra del mudo’, que daba voz a los marginados de la sociedad peruana.

«Ahora entiendo por qué mil páginas, me perdono que sea tan larga y digo, cómo no va a hablar así un mudo, un hijo de ayacuchano, si le han dado la voz, si ha tenido la educación y las lecturas para nombrar lo que aún no ha sido nombrado».

En ese sentido, el autor se refiere a la escuela pública y a la migración desde el campo a la ciudad como dos «experiencias extraordinarias» que la literatura peruana no había abordado hasta ahora.

‘El principio del mundo’ arranca cuando el protagonista, Manuel, un hombre de 33 años, regresa a su país tras una estancia en Estados Unidos, sintiéndose un náufrago, sin pareja, amigos, capital ni trabajo, y tampoco la menor idea de hacia dónde dirigir su vida, un retorno que supone el comienzo de un viaje a las luces y sombras de la memoria.

Gamboa recuerda que cuando se marchó de Estados Unidos, en 2007, Barack Obama era la estrella emergente y parecía que algo grande iba ocurrir, la gente le escribía diciendo que no se tenía que haber marchado, que iba a haber una revolución en el ámbito de los derechos civiles. «Es muy difícil predecir dónde estar con la historia universal», dice.

Sobre Mario Vargas Llosa, fallecido en abril pasado, lo considera «el techo de todo», como «el Tolstoi de la literatura rusa» y lamenta que no pudiera llegar a leer su nueva novela. Recuerda que cuando leyó ‘Contarlo todo’, le dijo: «después de esa novela puedes escribir lo que te de la gana».

«Una frase así también te ayuda a escribir mil páginas», afirma, pero «cuando Mario me dice eso, al costado está la voz de mi profesora y al costado, la voz de mi madre, una voz de siempre que me dice, sí, tú puedes hacerlo».