Jordi Riera, especialista del pulmón artificial ECMO: «Resucitar es un término científico»

/Archivo. EFE/ Enric Fontcuberta

Jordi Font Comas d’Argemir

Barcelona, 22 jun (EFE).- El médico intensivista Jordi Riera de Brío destaca que la resucitación, tan presente en páginas bíblicas, es un término científico y un proceso fisiológico al que puede contribuir la máquina ECMO, capaz de sustituir pulmón y corazón en pacientes en el hilo entre la vida y la muerte.

Director del Programa ECMO en paciente adulto en el Hospital Vall d’Hebron, Riera acaba de publicar el libro «Reanimación Extracorpórea» (Destino), en el que cuenta su experiencia con esta tecnología revolucionaria que tienen determinados centros con alta especialización y que está reservada para casos muy extremos.

«Es para el más crítico de los críticos, para el paciente que está en una situación de riesgo vital inmenso en el que toda la terapéutica habitual ha fallado», explica Riera en una entrevista con EFE.

ECMO son las siglas en inglés de «oxigenación por membrana extracorpórea», que es la función que desempeña la máquina: mover la sangre cuando el corazón ya no lo puede hacer y oxigenarla cuando ya no funcionan los pulmones.

Y todo esto, desde fuera del cuerpo: Una cánula extrae la sangre del cuerpo y la introduce en la máquina que la bombea y oxigena, tras lo cual, mediante otra cánula, vuelve a entrar en el sistema circulatorio del paciente; y así sucesivamente, como unos pulmones y un corazón artificiales.

Una de las aplicaciones del ECMO son los casos de muerte súbita, en el que el corazón se para de golpe y, si se actúa a tiempo y no hay un daño celebrar masivo, es posible «resucitar» al paciente.

«La resucitación es un término científico; además, en este caso es una combinación, pues es una resucitación extracorpórea, lo que invita a pensar en la metafísica o en lo espiritual, pero no, es una de las aplicaciones de la máquina», resalta Riera.

Eso sí, el inicio del proceso de resucitación es previo a la posible aplicación del ECMO, pues comienza si rápidamente alguien practica en el paciente que acaba de tener el paro cardíaco las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RPC), el boca a boca o un desfibrilador, para que pueda llegar al hospital con opciones.

«Ese es el primer abordaje y ya va encaminado a resucitar el paciente; es la resucitación o reanimación cardiopulmonar», subraya el intensivista.

En este sentido, la supervivencia depende esencialmente de que se hagan maniobras de reanimación a tiempo y de que, si es indicado, se pueda aplicar luego el ECMO, no tanto de un supuesto destino divino: «La resucitación es como si fuera algo milagroso, pero no lo es», añade Riera.

Casos excepcionales

En el libro, el director del ECMO en Vall d’Hebron explica algunos de los casos más notorios que ha vivido, como el de Audrey Mash, una excursionista británica residente en Barcelona que sufrió una grave hipotermia y parada cardiorrespiratoria en noviembre de 2019 en el Vall de Núria, en los Pirineos catalanes.

Seis horas después, con la ayuda de ECMO, recobró el pulso y poco a poco el resto de funciones; la sorpresa para los médicos fue que despertó sin ningún daño neurológico y, al cabo de 10 días de ingreso, tuvo el alta.

Aunque Riera admite que los pacientes que más «cicatriz» le han dejado son los casos opuestos, los que ha «perdido» después de tratarlos en una máquina que es «efectiva», remarca, pero que está reservada en casos muy extremos, en los que pueden haber numerosas complicaciones.

«Tres de cada diez pacientes sometidos a ECMO sobreviven, así que siete esfuerzos para resucitar al paciente son negativos y eso, al equipo, le impacta», señala el doctor, que deja claro que no se pueden considerar «fracasos», habida cuenta de que son personas que ya no tenían ninguna opción terapéutica.

La máquina que da un respiro

Una de las aplicaciones del ECMO con mayor recorrido es la que se usa para dar un descanso y tiempo a los pulmones para recuperarse de una enfermedad, como puede ser una neumonía masiva.

Si bien la ECMO «no cura nada», dice Riera, sí aporta este respiro a los pulmones y al corazón manteniendo al paciente con vida, consciente y sin necesidad de sedación; incluso puede caminar por la UCI.

Según el intensivista, esto representa una ventaja respecto a pacientes que están intubados y con ventilación mecánica, y que tienen que estar sedados y postrados en la cama, lo que luego dificulta más la recuperación física.

Otra aplicación del ECMO es para ganar tiempo hasta que llegue el trasplante, en el caso de que el pulmón del paciente ya no se pueda recuperar y haya que cambiarlo.

También a la inversa: para mantener vivos los órganos de un paciente que ya está en situación de muerte cerebral con el fin de que, antes de desconectarlo del ECMO, puedan ser aprovechados y donados a otra persona.