Javier Herrero.
Madrid, 6 mar (EFE).- Aunque a su paso por el último ‘Operación Triunfo’ cantara por Pablo López, Michael Bublé o Sam Smith, Juanjo Bona ha dado la sorpresa al redigir su gran voz y ese enorme foco mediático a un repertorio menos previsible que reivindica la jota aragonesa y sus orígenes en un pueblo de menos de mil habitantes.
“Me he preguntado por qué siempre he sido tan defensor de mi pueblo, donde a veces lo he pasado mal, y me he dado cuenta de que lo bueno y lo malo que he vivido allí es lo que me ha hecho ser lo que soy”, confiesa a EFE este joven artista de Magallón (Zaragoza) que este viernes publica su primer disco.
Abunda en sus recuerdos de infancia desde el título, ‘Recardelino’ (Universal), un tipo de jilguero de su zona y una manera de llamar a los chiquillos alegres y despiertos como era el propio Bona, “un niño diferente al que no le gustaba jugar al fútbol” y que, con el apoyo de sus padres, buscó destacar en concursos de jotas o de la televisión como ‘Masterchef Junior’.
Ante la que considera “la semana más importante” de su vida, cuenta cómo él mismo pensaba que a su salida de ‘OT’ debía ser otro, “más comercial”, pero que en las primeras sesiones de grabación con canciones más de radiofómula vio que no le hacían feliz.
“Fue un aprendizaje descubrir que había que ser de verdad, aceptar que lo que tenía que contar mi vida y no tratar de ser nadie, aunque entiendo que es lo que igual hacían anteriormente con el formato de ‘OT'”, comenta quien se presentó a las pruebas cantando la jota ‘La magallonera’.
De la mano como productores de David Soler y Marcel Bagés, reconocidos por su trabajo con artistas como María Arnal o Zahara, entendió asimismo cómo conectar el folclor que había bebido desde pequeño con el mundo actual.
“En ningún momento se me pasó por la cabeza que la jota o mis propias historias es lo que a mí me iba a hacer diferente y que eso tuviera una conexión con el pop”, señala quien hoy por hoy tiene como un referente principal a Rodrigo Cuevas.
La influencia de Amaia, “un icono y un referente absoluto”, también se aprecia en una forma de entender la música y narrar con soltura de diario personal las tres grandes etapas de su vida desde su infancia, con la foto perpetua del Moncayo al otro lado de la ventana, y de crecer con el deseo de volar a la gran ciudad hacia su segunda etapa.
“Yo pensaba que en Madrid iba a encontrar mi oportunidad artística”, apunta quien eligió una carrera que no pudiera estudiar en Zaragoza (en concreto Ingeniería Naval) para instalarse en la capital: “Porque puede sonar soberbio, pero siempre supe que iba a a llegar a algo”.
Esa aparente seguridad en sí mismo le originó alguna crítica a su paso por ‘OT’ y es el motivo de ‘Villano’, una de las canciones del disco. “Yo pensaba que iba a caer muy bien a todo el mundo”, confiesa ante una canción que habla de las “corazas que uno se pone como defensa” desde la adolescencia, en su caso para ocultar paradójicamente su inseguridad.
Ya en el cierre con ‘Últimamente’ aborda los peligros de la fama que aparentemente tanto había buscado. “Desde que salí de ‘OT’, mi mayor miedo ha sido siempre el perderme o cambiar mi identidad”, señala Bona, que entre sus sueños cuenta con poder celebrar un concierto algún día en el Movistar Arena de Madrid y, sobre todo, “con trabajar en esto toda la vida”.