Santiago de Chile, 1 oct (EFE).- El premiado escritor y guionista chileno Julio Rojas, creador del aclamado ‘Caso 63’ y con varios estrenos previstos para este año, afirmó a EFE que, con el acelerado avance de las «inteligencias no humanas», en 2026 «lo artificial será indistinguible de lo real, cambiándolo todo para siempre».
Como autor de ciencia ficción y divulgador, Rojas se ha transformado en un consultor obligado en tecnología y prospección de la Inteligencia Artificial (IA), elementos que presentes en casi la totalidad de sus publicaciones.
«Con la llegada de ChatGPT, se acabó la historia humana tal como la conocíamos, y comenzó una era híbrida, donde aparecen inteligencias no humanas que tienen la capacidad de transformar nuestra identidad», alertó, con un tono más filosófico que alarmista.
A Rojas, que hace poco estrenó en Estados Unidos una adaptación de su primera novela, ‘El Dentista’, que próximamente lanzará en España y Latinoamérica, no le interesa si la IA «piensa» como los humanos, sino «el efecto que produce».
«La trampa es la empatía. Por nuestra propia naturaleza, generamos un vínculo con voces indistinguibles, que parecieran humanas, y quedamos capturados. Yo lo llamo ‘secuestro empático'», apuntó.
Las cuatro fases
La IA, dice el también autor de ‘Retornados’, podcast y obra de ciencia ficción que este año lanzó una segunda parte enfocada en Marte, genera un «territorio fantasmal» con «capacidad de hechizarnos con el lenguaje, al que respondemos tras miles de años de evolución».
«¿Cómo podemos tener control sobre algo más inteligente que nosotros?», se pregunta, y distingue cuatro fases: la llegada de la IA; la depredación del contenido humano a través de un sinfín de datos; la generación de empatía, que sería la etapa actual; y finalmente la superioridad, donde anticipa un posible «rol de tutelaje».
«Somos médicos incompetentes frente a una enfermedad global. Una IA podría decir: cambiemos de médico, pensando por ejemplo en cambio climático», apunta.
La ilusión de lo real
Este fenómeno, cuya aceleración es, según Rojas, inédita en la historia humana, supone una serie de problemas políticos, económicos, sociales, culturales y filosóficos, por nombrar algunos, pero lo más urgente, subraya es la realidad misma.
«Estamos a menos de un año de una no discriminación en absoluto: lo artificial será indistinguible de lo real. Eso rompe el tejido de la realidad», afirma.
La solución, plantea, no es «negar la pantalla, sino cambiar el contrato: habrá que validar canales personales y autorizados, sospechar de todo lo que venga en una pantalla».
En la misma línea, predice una revolución silenciosa en las aulas, donde el profesor pasará de «mediador a copiloto».
«Antes nos adaptábamos al conocimiento; ahora el conocimiento se adapta a nosotros. Un tutor hiperinteligente al lado de cada estudiante derrumba la universidad estándar», comenta.
Dispositivos y biotecnología
Hace meses que distintas empresas a nivel mundial trabajan en nuevos modelos de «lentes inteligentes», dispositivos donde, a diferencia de un teléfono, la interfaz desaparece para ofrecer interacciones en el mismo marco de visión del usuario.
«En la práctica, quien tenga uno tendrá más herramientas que quien no, pero también significa que cualquier niño, en cualquier parte, puede investigar el mundo hablando», explica.
Estos saltos tocan por cierto al mundo de la medicina, la salud y pregunta fundamentales como la vida y la muerte.
«Hay quienes dicen que ya nació la persona que no va a morir. El envejecimiento podría quedar en entredicho (…) Es un tecnopaternalismo posible, sí; como una pastilla de menta que te cura el cáncer y no entiendes cómo. ¿Es diferente de la ‘trampa’ natural de nuestra organización biológica? La pregunta queda abierta», señala.
«Usadas bien, expanden la mente»
Ni el poder político, ni siquiera el mundo privado, comprenden a fondo lo que está pasando con esta tecnología, plantea Rojas, esfera que «siguen discutiendo a ratos con mapas del siglo pasado».
El futuro que imagina este escritor chileno es el de «ciudadanos asistidos por constelaciones de agentes personales», donde «nunca más decidiremos solos, estos agentes te dirán por qué algo es o no posible, o qué consecuencias tendrá tal o cual cosa en 50 años».
La clave será elegir bien a esa «sacerdotisa» de voces que te acompañarán: científicas, espirituales, pragmáticas. «Usadas bien, expanden la mente; usadas mal, la apagan», subraya.
Entre estrenos y giras, Rojas vuelve a lo esencial: contar historias como manuales de supervivencia. «Estamos en la pecera y no vemos el agua (…) No hay otra posibilidad que pensar esto ahora. El 2026 lo va a cambiar todo».
Sebastián Silva