Kabukicho, el barrio rojo de Tokio, pone a Japón en el mapa del turismo sexual

Puerta de entrada de Kabukicho, el distrito de luz roja de Tokio, en Shinjuku, el 4 de junio de 2025 (emitido el 10 de junio de 2025). EFE/EPA/FRANCK ROBICHON

Tokio, 10 jun (EFE).- Kabukicho, el barrio rojo de Tokio, es conocido no solo por sus luces de neón y su animada vida nocturna, sino también por haberse consolidado como el epicentro de la prostitución en la capital japonesa y, cada vez más, como un destino de turismo sexual.

Diversos factores, como la llegada masiva de turistas atraídos por la debilidad del yen y la influencia de las redes sociales, han contribuido al auge de este fenómeno en los últimos meses, y pese a que la prostitución es ilegal en Japón.

En algunas calles de este barrio, ubicado en el distrito de Shinjuku, uno de los más emblemáticos de la ciudad, es común ver a chicas jóvenes alineadas, mirando sus móviles a la espera de que un hombre se les acerque, o sosteniendo carteles con los que promocionan negocios como los «girls bars», teóricamente no de carácter sexual.

Turismo sexual en Tokio

Una calle de Kabukicho, el distrito de luces rojas de Tokio, el 4 de junio de 2025 (emitido el 10 de junio de 2025). EFE/EPA/FRANCK ROBICHON

A diferencia de otros países de Asia, a los que se suele asociar con el turismo sexual, en Japón se trata de un fenómeno más reciente y cada vez más frecuente.

«Con el turismo extranjero creciendo, cada vez hay más visitantes en Kabukicho, y hay mujeres que prefieren estos clientes ante el miedo de poder ser atrapadas por agentes de policía japoneses encubiertos», dijo a EFE Arata Sakamoto, director ejecutivo de la organización sin ánimo de lucro Rescue Hub.

«Es común escuchar que ahora Japón se parece a Bangkok, en el sentido de que hay información en internet sobre cómo pagar por encuentros sexuales con mujeres japonesas en Shinjuku», añadió el creador de esta entidad, que brinda apoyo a mujeres que trabajan en la industria del «entretenimiento nocturno», en clubes o como prostitutas.

Japón registró el pasado 2024 una cifra récord de turistas extranjeros, con 36 millones de visitantes, que dejaron un gasto sin precedentes de más de 8 millones de yenes (unos 48.836 millones de euros), atraídos por la debilidad de la divisa local.

A esto se suma el bajo precio de los servicios -en comparación con otros países desarrollados- que ofrecen estas chicas, que ronda los 15.000 yenes (unos 91,48 euros), sin incluir el hotel, que normalmente paga el cliente. «Si la mujer es joven y atractiva, puede cobrar 20.000 yenes (unos 122,1 euros) o incluso 25.000 (unos 152,63)», señaló Sakamoto.

Incremento tras la pandemia

Entrada de un establecimiento que ofrece información gratuita sobre negocios de entretenimiento para adultos en Kabukicho, el distrito de la luz roja de Tokio, el 4 de junio de 2025 (emitido el 10 de junio de 2025).EFE/EPA/FRANCK ROBICHON

La pandemia marcó un punto de inflexión en el número de mujeres que ejercen la prostitución en las calles de Kabukicho. Muchas jóvenes que no trabajaban en la industria sexual perdieron sus empleos y se vieron forzadas a prostituirse, explica Sakamoto.

Lo mismo le ocurrió a aquellas que tenían contratos temporales en locales de la industria sexual o bares de «hostess» -servicios de acompañantes-, muchos de los cuales cerraron o acortaron horarios, y perdieron clientela por miedo al contagio.

Sakamoto fundó Rescue Hub en abril de 2020 con el objetivo de realizar labores comunitarias. Varias noches a la semana, su equipo recorre Kabukicho para acercarse a mujeres que parecen vender servicios sexuales y entregarles tarjetas de contacto y artículos de higiene como toallitas, mascarillas o gel.

En los últimos años no sólo ha aumentado el número de mujeres que se prostituyen en Kabukicho, sino que la edad media ha descendido drásticamente.

«Antes, la mayoría tenía entre 30 y 50 años, algunas llevaban más de 20 allí, y no eran muchas. Pero después de la pandemia, vimos un cambio generacional: ahora son en su mayoría jóvenes de entre 20 y 30 años», explicó Sakamoto, quien afirma que incluso le han informado de casos de niñas de 10 o 12 años en situación de pobreza.

Zonas grises en la legislación

En Japón, la prostitución está prohibida por ley desde 1956, aunque solo se considera como tal el coito a cambio de dinero, con lo que sí es legal ofertar cualquier otro tipo de servicios sexuales.

Además, la legislación nipona -como ocurre en otros países- no criminaliza la compra de servicios sexuales pero sí a quienes ejercen la prostitución.

Aunque Sakamoto considera «necesario controlar la prostitución», afirma que hay mujeres que no pueden ganar dinero de otra manera, tras haber contraído por ejemplo amplias deudas en ‘host clubs’, bares donde las clientas acuden a conversar y beber con jóvenes anfitriones.

«Si se castiga severamente a los clientes, ellas pierden su fuente de ingresos», lo que evidencia, según él, la urgencia de «establecer más apoyo estatal para las mujeres que dependen de la prostitución», porque si no se hace, «se desequilibra la situación y ellas acaban en condiciones aún peores», advirtió.

Medidas legales y policiales

Ante el auge de la prostitución, las autoridades japonesas tratan de frenarla con medidas como un mayor despliegue policial en zonas como Kabukicho o la aprobación de una nueva ley el mes pasado dirigida a penalizar las prácticas de los citados ‘host clubs’ que derivan en la acumulación de deudas de mujeres clientas.

El pasado febrero, la policía detuvo a siete personas por operar una red de prostitución en Kabukicho dirigida a turistas extranjeros que ganó 1.100 millones de yenes desde 2021 (7,4 millones de dólares). Su base era un salón «estético» para hombres y captaba a sus clientes en las calles por medio de chicas que usaban ‘apps’ de traducción simultánea.

Sara Rodríguez Pachón y Yoko Kaneko