La AIE revisa a la baja un 25 % el potencial del hidrógeno de bajas emisiones para 2030

Imagen de archivo de un vehículo impulsado por hidrógeno. EFE/Javier Cebollada

París, 12 sep (EFE).- Las cancelaciones de proyectos de hidrógeno de bajas emisiones y la prolongación de plazos para su realización han reducido para la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en casi un 25 % las expectativas de producción en el horizonte de 2030 si se comparan con las del pasado año.

En su informe anual sobre el hidrógeno que publica este viernes, la AIE calcula ahora que los anuncios del sector permiten esperar para 2030 una producción de 37 millones de toneladas anuales, lejos de los 49 millones que había estimado en 2024.

Más de un 80 % de esa caída corresponde a proyectos de electrolizadores (hidrógeno producido a partir de electricidad), que se han abandonado o se han aplazado, mientras el resto son de captura y almacenamiento de carbono.

No obstante, los autores del estudio hacen notar que si se suman las instalaciones que ya están operativas y aquellas para las que se ha tomado una decisión de inversión definitiva, están garantizados 4,2 millones de toneladas de capacidad de producción en 2030, es decir cinco veces la que existía en 2024.

Eso supone un avance respecto a la situación el pasado año, cuando sólo estaban asegurados 3,4 millones de toneladas para comienzos de la próxima década.

Y eso representará un 4 % de la producción total de hidrógeno en el mundo, frente al 1 % que supone actualmente el hidrógeno de baja emisiones, ya que la práctica totalidad se genera con carbón o con hidrocarburos.

La producción de bajas emisiones está muy por debajo de las expectativas que se le daban hace unos pocos años porque han subido los precios de los electrolizadores, porque esas instalaciones han perdido competitividad, en la medida en que el precio del gas y del petróleo ha bajado, y también por las incertidumbres sobre las políticas de regulación del negocio.

El director ejecutivo de la AIE, pese a todo, considera que todavía hay «signos fuertes de que su desarrollo globalmente está saliendo adelante» y considera que para acompañar ese movimiento hay que mantener las políticas de ayuda, utilizar herramientas que alimenten la demanda, así como desarrollar las infraestructuras necesarias.

Los autores del informe destacan que China concentra actualmente el 65 % de toda la capacidad de electrolizadores instalados o para los que se han tomado las decisiones finales de inversión, y dispone además de casi el 60 % de la capacidad de fabricar esos mismos electrolizadores.

Esa posición de fuerza del gigante asiático contrasta con la de otros fabricantes en el resto del mundo, que afrontan una caída de los ingresos y pérdidas financieras que en algunos casos ha conducido a la quiebra o a operaciones de concentración.

Según la AIE, el costo de fabricar e instalar esos equipamientos en China era de entre 600 y 1.200 dólares por kilovatio en 2024, frente a una horquilla de entre 2.000 y 2.600 dólares por kilovatio de media fuera de ese país.

No obstante, puntualiza que eso no es más que una parte de la inversión total para la puesta en marcha de las instalaciones, ya que más de la mitad de la inversión corresponde a la ingeniería, la construcción y otras contingencias que dependen del lugar elegido.

Y cuando se incorporan los gastos de transporte y los aranceles, la ventaja de los electrolizadores fabricados en China es mucho menor, ya que el precio para quienes los instalan fuera se mueve en una horquilla de 1.500 y 2.400 dólares por kilovatio.

El pasado año, la demanda global de hidrógeno subió un 2 % respecto a 2023, en línea con la evolución del mercado de la energía y la práctica totalidad estuvo destinada a los sectores tradicionales, que son el refino de petróleo y la industria.