La Badalona de inicios de 1900, rememorada a través de los ojos de un exiliado en México

Detalle del libro "Quan jo era infant a la Badalona del 1900", de Felip Salvador Rosés, que exiliado quince años en México, no dejaba de pensar en su añorada Badalona, que esperaba su regreso: de ahí surgieron medio centenar de relatos sobre la ciudad de su infancia. EFE/Quique García

Barcelona, 1 jun (EFE).- Aún en México, meses antes de poner punto y final a un exilio de quince años, Felip Salvador Rosés no dejaba de pensar en su añorada Badalona, que atendía su regreso: de ahí surgieron medio centenar de relatos sobre la ciudad de su infancia, hoy recogidos en un libro.

En “Quan jo era infant a la Badalona del 1900”, publicado por Pont del Petroli y editado por Elisenda Puig y Eva Santana -nieta y bisnieta del autor-, Salvador recuerda cómo era la ciudad que le vio crecer.

Entre las pertenencias que subió al Andrea Gritti, el barco con el que en enero de 1954 regresó de Veracruz a Barcelona, llevaba una carpeta con 47 relatos que conformaban “un álbum lleno de retratos, unas pinceladas de colores”, que han tenido que esperar 72 años para plasmarse en un libro.

El 5 de febrero de 1939, Salvador se exilió a pie con la comitiva de la Generalitat de Cataluña hacia Francia, donde estuvo retenido en el campo de concentración de Bram antes de embarcarse en el Mexique, buque que zarpó de Burdeos el 13 de julio con exiliados españoles y que llegó a Veracruz el 27 de ese mes.

En México permaneció hasta el 9 de enero de 1954. Fueron casi quince años alejado de su esposa (Josepa) y sus tres hijos (Josefina, Roser y Joan), a quienes no pudo abrazar hasta regresar a Badalona, apenas dos años antes de morir.

Una Badalona que ya no existe

Donde ahora hay bloques de pisos, había fábricas; y donde había fábricas, antes todo era campo. Esa es la Badalona, que Salvador intuye desaparecida, que el autor repasa con la ayuda de su memoria.

En relatos cortos, de página y media, recuerda cómo se celebraban las fiestas populares, la impresión que se llevaron los críos al ver el primer automóvil recorrer las calles de la ciudad, cómo los badaloneses iban y venían de Barcelona con el tranvía de fuego (anterior a la electrificación de las vías) o qué oficios hoy desparecidos, y entonces en vías de extinción, se ejercían durante su niñez.

Acompañados con ilustraciones de su íntimo amigo Jaume Passarell, Salvador relata la oposición de los badaloneses al llamamiento a filas de 1898 por la guerra de Cuba, la fallida sublevación de un grupo de carlistas o las cuestionables andanzas del comandante “Z”, un sargento licenciado a cargo de la seguridad de la ciudad.

“¿Qué mejor hay para las horas tediosas, blandas, de la soledad, que coger el rosario de los recuerdos y desgranar una a una sus cuentas? ¿Y cuáles son las cuentas más amables, más sonrientes, más agridulces, sino las que corresponden a la infancia de uno, al tiempo aquel en el que todos los horizontes son luminosos y todos los días cuentan con un mañana lleno de promesas?”, se pregunta el autor en el preámbulo del libro.

Lo que Felip Salvador prefirió no incluir en esta obra es su andadura política -vinculada a Esquerra Republicana-, que le llevó a ser detenido en octubre de 1934, tras la proclamación del Estado catalán, y al exilio tras la derrota del bando republicano en la Guerra Civil.