La colección cervantina de Peralada muestra 300 tesoros en la Serrería Belga de Madrid

Más de 300 piezas de la colección cervantina del Museo Castillo de Peralada (Girona), creada por el bibliófilo Miguel Mateu, salen por primera de su emblemática biblioteca para exponerse en el Espacio Cultural Serrería Belga, cuando instituciones ambas celebran su primer centenario. Fotos cedidas. EFE

Madrid, 12 sep (EFE).- Más de 300 piezas de la colección cervantina del Museo Castillo de Peralada (Girona), creada por el bibliófilo Miguel Mateu, salen por primera de su emblemática biblioteca para exponerse en el Espacio Cultural Serrería Belga, cuando instituciones ambas celebran su primer centenario.

Más de 300 piezas de la colección cervantina del Museo Castillo de Peralada (Girona), creada por el bibliófilo Miguel Mateu, salen por primera de su emblemática biblioteca para exponerse en el Espacio Cultural Serrería Belga, cuando instituciones ambas celebran su primer centenario. Fotos cedidas. EFE

‘Mil y un ‘Quijotes’. De El Paular al Castillo de Peralada’ ha sido inaugurada este viernes por la delegada de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, y podrá verse hasta el 23 de noviembre, junto con otra muestra, titulada ‘Los cafés literarios de Madrid. El Café de Pombo’, que rinde homenaje a la edad dorada de estos espacios de tertulia que desde el siglo XVIII al XX fueron foros de pensamiento y creación en la ciudad.

Más de 300 piezas de la colección cervantina del Museo Castillo de Peralada (Girona), creada por el bibliófilo Miguel Mateu, salen por primera de su emblemática biblioteca para exponerse en el Espacio Cultural Serrería Belga, cuando instituciones ambas celebran su primer centenario. Fotos cedidas. EFE

La exposición cervantina, comisariada por Susana García, conservadora del Museo Castillo de Peralada, está dividida en seis partes, que arrancan explicando el origen de la colección que creó Miguel Mateu, una de las más importantes de carácter privado de todo el mundo. A partir de ahí, se muestran numerosos de sus tesoros.

Entre ellos, la primera edición del ‘Quijote’ impresa en Valencia en 1605 por Pedro Patricio Mey; la edición de Juan de la Cuesta de 1608, así como las primeras traducciones a otras lenguas, como la de César Oudin al francés en 1614.

Y ya en el siglo XX, sorprende una edición japonesa de 1936 con ilustraciones de Serizawa Keisuke en la que los personajes aparecen como samuráis.

La muestra no se olvida de la iconografía quijotesca, y entre cromos, ‘ex libris’, cartas, pinturas, dibujos y grabados, el visitante encontrará la pintura elaborada entre 1929 y 1930 por Josep Maria Sert sobre el episodio del libro ‘Las bodas de Camacho’, destinada al mural del comedor del hotel Waldorf Astoria de Nueva York, según destaca la comisaria.

Además de repasar otras obras de Cervantes en el espacio ‘De Galatea a Sigismunda’, la exposición revela la importancia del ‘Quijote’ en la escena musical, con diversas piezas como la partitura y el libreto manuscrito de la zarzuela de Domingo Perramon de 1892.

La relación del ingenioso hidalgo con Madrid está también presente, por ejemplo, con el catálogo de la primera biblioteca cervantina en braille de España, editada por el Ayuntamiento de Madrid.

Esta exposición es asimismo una oportunidad para acercarse, por una parte, al Castillo, construido en el corazón del Ampurdán en el siglo XIV por los condes de Peralada, y por otra, a la figura de Miguel Mateu (1898-1972), que adquiere el complejo palaciego al marqués de la Torre en 1923 para dar rienda suelta a su afición coleccionista, ligada a la historia de una familia de industriales de la metalurgia de Barcelona.

Mateu incrementó la ya bien dotada biblioteca, que en la actualidad cuenta con 100.000 volúmenes, adquiriendo numerosos incunables o ejecutorias de la nobleza, y especialmente con piezas de la creación cervantina, de las que logró reunir más de 5.000 ediciones.

La Serrería Belga es un edificio construido en los años 20 del pasado siglo, y, precisamente, la madera que allí se trabajaba procedía de los pinares de El Paular, en la madrileña sierra de Guadarrama, de donde salieron los pliegos sobre los que se imprimió la primera edición de ‘El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha’ en 1605.