Peralada (Girona), 11 feb (EFE).- La colección de arte oriental de un personaje significativo de la burguesía catalana del primer tercio del siglo XX, Damià Mateu, se había expuesto por última vez en 1935 en el Palacio de Pedralbes de Barcelona y, noventa años después, volverá a mostrarse al público en el Castillo de Peralada (Girona).

En esta ocasión, lo hará parcialmente, porque todo aquel legado se dividió en cinco partes, una para cada descendiente de Mateu, y lo que sale a luz es la porción que le correspondió a su hijo Miquel, quien a las 200 piezas heredadas sumó otras 400 a lo largo de su vida.

De todo ese material, hasta ahora almacenado, se mostrarán 185 obras en una exposición que se ha titulado ‘Colección de arte oriental: el legado de un mecenazgo’.
El nombre responde a la voluntad de transmitir la historia como coleccionista de Damià Mateu (1864-1935), responsable de la compra por parte de su familia del Castillo de Peralada.
En la biblioteca del museo de este espacio se podrá ver a partir del próximo sábado esa selección de las piezas que Mateu fue adquiriendo entre finales del siglo XIX y principios del XX, época en la que el arte oriental despertaba gran interés en Europa y América.
“Estaba en boga”, explica la conservadora del museo, Susana García, quien detalla que Damià Mateu consideraba que su ciudad, Barcelona, carecía de un lugar dedicado a ese tipo de arte.
Él y otras personas secundaron la propuesta de que algunos museos de la capital catalana comprasen obra oriental, y al no conseguirlo, “Mateu decidió dar un paso adelante”, precisa García.
Lo que hizo a partir de entonces fue adquirir él las piezas y depositarlas en museos barceloneses hasta reunir un millar de piezas.
Todas ellas terminaron en cinco salas del Museo de Artes Decorativas del Palacio de Pedralbes hasta que sobrevino la Guerra Civil y la mayoría acabaron en Olot (Girona), donde pasaron una década hasta su retorno a la familia Mateu.
Con Damià Mateu ya fallecido, se produjo la división entre los herederos de todo ese material y se mostrará ahora esa parte que correspondió al hijo, a la que se sumará una nueva pieza, de la que se desprendió en su momento una de sus hermanas y que salió a subasta la semana pasada.
La tenía un anticuario de Barcelona y se trata, según precisa la directora del Museo del Castillo de Peralada, Maribel González, de “una cabeza búdica de piedra basáltica de unos treinta centímetros, que data de entre los siglos X y XI y clasificada como de Siam, en lo que actualmente sería Tailandia”.
La selección que se expondrá abarca todas las manufacturas, desde tela, con un tapiz tejido en seda cosido con hilo de oro y plata, hasta piezas de bronce esmaltado, porcelana o marfil.
González destaca un cojín de cerámica que servía para reposar la cabeza durante el sueño, “algo que suena un poco extraño por ser un objeto tan duro, pero lo importante en China en aquel momento era tener la cabeza alejada del suelo, donde dormían, por si había insectos u otros animales”.
La colección va de los siglos X al XIX y sobresalen también otras piezas, como un soporte de jardín en forma de rana, una campana ritual para mantener despiertos a los asistentes a funerales, unos leones de Buda para proteger las entradas a templos o unas láminas xilográficas sobre papel de arroz en las que se representa a figuras que han alcanzado el nirvana.
La muestra incluye también cartas de Damià Mateu con ofertas que recibía y transacciones de compra y una edición japonesa de ‘El Quijote’ de 1936 a cargo de Serizawa Keisuke de la que solo se hicieron 75 ejemplares.
‘Colección de arte oriental: el legado de un mecenazgo’ permanecerá abierta al público hasta diciembre de 2025.