La criptografía ante su mayor reto: proteger la privacidad en la era de la IA

Máquina Enigma M4 en una imagen de archivo. EPA/CHRISTIAN BRUNA

Caty Arévalo

Madrid, 10 may (EFE).- La usaba Julio César para comunicarse con sus generales, se han ganado guerras gracias a ella y es esencial en la era de internet. La criptografía, la ciencia que esconde las comunicaciones, tiene en la inteligencia artificial el mayor reto para cumplir su misión de proteger la privacidad.

EFE ha entrevistado a dos de los científicos punteros en esta ciencia matemática, el asturiano Ignacio Cascudo, investigador del instituto madrileño IMDEA Software, y la ecuatoriana Sofía Celi, criptógrafa en la compañía tecnológica estadounidense Brave, que han sido protagonistas este semana en Madrid del mayor congreso científico en la materia, Eurocrypt 2025.

La ciencia de la escritura secreta

“La criptografía es la matemática que provee de seguridad y privacidad las comunicaciones, la que trata de garantizar la confidencialidad, integridad y autenticidad de la información que intercambiamos. A la hora de hacer una transferencia digital en un banco, es la que asegura, por ejemplo, que envías 100 y no 10.000 euros”, explica Cascudo.

Aunque en la era de internet ha cobrado más fuerza que nunca, lo cierto es que la criptografía, que recibe su nombre de dos términos griegos que significan ‘escritura secreta’, existe desde hace miles de años con el mismo objetivo que todavía posee hoy día: “Proveer de privacidad las comunicaciones para que un mensaje solo llegue a su destinatario”, subraya Celi.

En las primeras civilizaciones modernas, la criptografía era fundamental para ganar guerras, Celi recuerda el ‘Cifrado César’, así llamado porque el militar y político romano Julio César lo habría mandado idear a los matemáticos para que sus enemigos no interceptaran sus comunicaciones; o los algoritmos creados en la Segunda Guerra Mundial con la misma finalidad.

Pero, ¿cuáles son las nuevas ‘guerras’ de la criptogría en el mundo actual? “Una de las principales es el acceso que ciertos organismos o Estados quieren tener a los metadatos para desencriptar las comunicaciones de los ciudadanos, con la excusa, generalmente, de saber si alguien ha cometido algún tipo de delito”, apunta Celi, recientemente invitada por Naciones Unidas a explicar por qué internet necesita derechos humanos.

La privacidad, un derecho humano

“Los seres humanos tenemos derecho a la privacidad según el propio mandato de Naciones Unidas, lo que significa que nadie tiene derecho a romper la encriptación de nuestros mensajes. Las personas deben poder comunicarse a través de internet de forma libre, sin que nadie las espíe”, incide.

A juicio de la investigadora ecuatoriana el gran desafío actual para los criptógrafos es “desarrollar los mejores algoritmos para proteger los metadatos y con ellos salvaguardar los derechos humanos en sí mismos”.

Ignacio Cascudo, experto en computación segura y en el procesamiento de datos ya cifrados, sostiene que otro de los grandes retos de la criptografía es la inteligencia artificial (IA).

“Hay algoritmos de IA que procesan un montón de datos, pero ¿cómo sabemos que los están procesando bien?”, se pregunta el investigador asturiano, que opina que “quizá para ahorrar esfuerzos están haciendo atajos que no te dan el resultado correcto. En estas circunstancias la criptografía permite hacer las comprobaciones necesarias para asegurar que la computación de esos datos se ha realizado correctamente”.

Un ejemplo que ilustra cómo la criptografía hace segura la IA es por ejemplo “el caso de un científico que quiere hacer un estudio sobre datos médicos de la incidencia de una enfermedad rara en la población, pero sin tener acceso a esos datos para garantizar la privacidad”.

“Los criptógrafos podemos crear herramientas criptográficas para cifrar esos datos, de modo que se puedan hacer cálculos con ellos y obtener resultados sin ver los datos en si”, relata.

Una ayuda a las personas vulnerables

La privacidad de las búsquedas también puede encriptarse, Sofía Celi, de hecho, llegó así a interesarse por la criptografía. En su Quito natal, mientras estudiaba literatura y música en la universidad, empezó a preocuparse por las mujeres víctimas de violencia de género cuyas parejas espiaban sus comunicaciones.

“Los acosadores veían el historial del navegador y sabían qué páginas habían visitado, si habían pedido ayuda o se habían comunicado con alguna amiga o familiar para pedirla. Eso incrementaba el abuso que la víctima podía sufrir”, apunta Celi.

A partir de ahí, la ecuatoriana de 29 años, comenzó a trabajar en protocolos para que determinadas páginas web de petición de ayuda no quedasen en el historial de los navegadores.

“Me interesé en la criptografía siendo universitaria al ver que había tantas personas en Ecuador que estaban en una situación vulnerable, como mujeres víctimas de violencia de género o activistas ambientales perseguidos, y no conocían herramientas seguras para poder comunicarse”, destaca Celi, quien junto a otras criptógrafas ha creado el grupo ‘Mujeres en Criptografía’ para dar visibilidad a las mujeres en este sector.

 En el caso de Cascudo, de 42 años, llegó a la criptografía una vez estudiada la carrera de ciencias matemáticas: “por la inquietud de investigar aplicaciones en el mundo real”, y hoy trabaja en algunos de los proyectos de investigación más destacados en seguridad computacional desde el instituto IMDEA Software.