Ginés Donaire

Jaén, 20 ago (EFE).- Un proyecto de investigación de la artista Carmela Muñoz, acompañada por una docena de bailarinas y creadoras, convierte durante esta semana una antigua iglesia del siglo XIII de Úbeda (Jaén) en un laboratorio para la danza y el arte.
‘La danza de las desposeídas (invocaciones boleras)’ es el título de la residencia artística dedicada al mundo de la danza que se desarrolla en la recuperada iglesia de San Lorenzo de Úbeda (Jaén), convertida en un centro cultural gestionado por la fundación Huerta de San Antonio.
“Lo hemos llamado ‘La danza de las desposeídas’, que suena a conjuro y lo es un poco. La idea es coger la escuela bolera, esa con siglos de volantes y castañuelas y meterla en un cuerpo de danza actual. Es decir, dejar que la tradición y el presente se sienten en la misma mesa, se cuenten sus problemas y se pongan a bailar sin saber quién da el primer paso”, ha indicado a EFE Carmela Muñoz.
La madrina espiritual es Carmencita Dauset, bailarina mítica y trotamundos de hace más de un siglo. Y la palabra clave es invocación: llamar a lo invisible para que aparezca, aunque sea solo un momento. “Carmela quiere que la tradición deje de estar en una vitrina y se meta en la pista de baile, que se roce con lo que pasa hoy y vea si le gusta”, dice.
El plan de trabajo suena a receta extraña: un poco de técnica con abanicos, faldas y castañuelas; un toque de poesía e imaginación; algo de mentira y mucho de conversación entre cuerpos y músicas.
A cargo del sonido se encuentra Derek Van den Bulcke, que promete un menú que va del flamenco a Val del Omar pasando por cosas que todavía no existen y que quizá solo suenen una vez en la vida.
El equipo de bailarines y creadores está formado por Esther Solé Alarcón, Nuria Crespo, Celia Espadas, Pepe Lolo, Gaia Pellegrini, María Cerezo, Roberto Guglielmi, Sandra Cruz, Sara Santervás y Carlota Malo.
Carmela Muñoz es una bailarina, investigadora, creadora y docente en algún lugar intermedio entre la danza, el flamenco y las artes en vivo. Despliega su práctica artística y performativa dando encuentro a la memoria, el archivo, la historia, la política, los afectos y los deseos con un interés en imaginar otros posibles y otras maneras de mirar el mundo.
El próximo sábado se abrirá la puerta de la iglesia al público. “No será un pase ni un estreno, será como asomarse a una cocina y ver cómo huele lo que se está haciendo”, señalan los organizadores.
Manuel Berlanga, coordinador de la fundación Huerta de San Antonio, pone en valor la recuperación de la iglesia de San Lorenzo para la cultura y la memoria de Úbeda: “La iglesia, que ya lo ha visto todo, es un personaje más. Sus paredes enseñan las cicatrices con la tranquilidad de quien sabe que sobrevivió”.
De este modo, en San Lorenzo tienen cabida todos los géneros culturales: aquí una cúpula barroca puede escuchar un loop electrónico y seguir imperturbable, y un arco románico puede enmarcar una improvisación sin sentirse desplazado”, apunta Berlanga.
A juicio de este gestor cultural “los muros de esta iglesia, los mismos que vieron siglos de rezos y silencios, ahora repiten, muy bajito, un compás que aprenderán esta semana, como si quisieran que, la próxima vez que vuelvas, te encuentren ya con el paso aprendido”.